A finales del siglo XIII médicos y sanitarios de diversos países de Europa exigían que se acabara con los enterramientos dentro de las iglesias pues, en ocasiones, se convertían en aliados naturales de
pestes y epidemias que diezmaban a las poblaciones. Todos los informes coinciden en afirmar que el aire de las iglesias, especialmente en el verano, se volvía irrespirable por las emanaciones de las sepulturas.
Con la promulgación de las
Reales Cédulas de Carlos III ( 3-8 de abril de 1787),
se establece el uso de cementerios ventilados fuera de las poblaciones. No todas las poblaciones acataron este decreto que se fue imponiendo de manera lenta y gradual en ciudades, villas y aldeas, muchas veces determinada por las dificultades económicas de los ayuntamientos.
El proyecto más antiguo de un cementerio data de mayo de 1787. La mayoría de los nuevos cementerios comparten unas mismas características y el mismo estilo, neoclásico. Planta rectangular o cuadrada, delimitada por un muro y puerta de acceso de carácter monumental; en el interior, galerías porticadas con columnas o pilares albergando los nichos. El terreno central, donde iban a parar los que no podían costearse un nicho, se dividía mediante paseos o avenidas, flanqueados por cipreses.
En el siglo XIX los cementerios se convierten en una especie de parque-jardín, una ciudad de los muertos que es una prolongación de la de los vivos. Aparecen representadas las familias que fueron importantes para la historia de la ciudad. Los cementerios son una suerte de catálogo de arquitectura donde se muestran a pequeña escala los estilos arquitectónicos que se producen en la ciudad de los vivos.
El rey
Fernando VII, a través de su Consejo Real, insta a que se inspeccione el incumplimiento de las Reales Órdenes sobre la construcción de cementerios (abril de 1833) y se elaboren disposiciones que faciliten dichas construcciones, venciendo las dificultades para el cumplimiento de las leyes por parte de algunas villas y aldeas.
Redondela no fue una excepción, el emplazamiento del nuevo cementerio se toma en serio en los años 20 del siglo XIX. El lugar elegido fue un enclave situado en el Campo das Redes, al Nordeste de la iglesia parroquial de Santiago Apóstolo, en los extramuros de la villa, en los terrenos anexos al hospital de pobres y peregrinos.
No se conserva planimetría, proyecto ni documentación que aluda al inicio de la construcción de dicho cementerio. En el año 1833, un cruce de "oficios" entre el concello de Redondela y la "Subdelegación de Propios y Arbitrios de la Provincia de Galicia" y la "Contaduría General de Madrid" habla de la financiación de su construcción:
"El coste del Cementerio que acaba de construirse no puede pagarse de un fondo que no existe, ni se le conoce a la iglesia parroquial...", 11 de julio de 1833.
El Estado consideraba que el nuevo cementerio debería de ser financiado por la iglesia, pero justificando dificultades económicas no se hará cargo del coste que ascendía a 680 reales, siendo el concello de Redondela quien soporte la financiación y pasa a ser de titularidad municipal, independiente de las parroquias, y que va a ser conocido popularmente como "Cementerio de Os Eidos".
Aunque no se encontró la planimetría en los archivos municipales, se sabe que existió bajo el título "Plano Parcelario del Cementerio de Redondela", y que fue proyectado por Antonio Arines. En el inventario municipal figura con una superficie de 1733' 75 metros cuadrados (año 1923), aunque su extensión real es de 1862'60 metros cuadrados.
Su perímetro es rectangular, circundado por amplios muros de cantería de perpiaño, con una altura media de 2'40 metros, y una única entrada con marcos de cantería y portalón de rejas.
Frente a la entrada discurre una
calle principal, atravesada en perpendicular por otra, de manera que describe cuatro zonas, circundadas por una vía perimetral a lo largo de todo el cementerio delimitada por sebes de boj.
Desde su construcción ( aprox. año 1830) dotado de una capilla, va tomando gradualmente su forma actual con la instalación de panteones y sepulturas por todo el perímetro, adosados al muro de cierre, a excepción de algún mausoleo, como el dedicado al alcalde de Redondela, Ramón Pardo Ferro, situado en el centro de una de las cuatro zonas internas. La capilla con un sencillo campanario, está situada en el lateral, contiguo a la Rúa Os Eidos.
Al aumentar el tamaño de las villas y ciudades los cementerios fueron quedando englobados dentro de ellas, Redondela, Vigo, Pontevedra... son un ejemplo.
Casi 100 años después de la construcción del Cementerio dos Eidos (Cemiterio dos Eidos), el 14 de mayo de 1927, en una sesión de la junta municipal de sanidad, se propone la construcción de un nuevo cementerio alejado de la villa. Pero este proyecto no se llega a consolidar, a raíz de ello el
concello autoriza la construcción de nuevos panteones y mausoleos en el Cementerio dos Eidos, originando el corredor principal en el centro de la estancia, tal y como se observa hoy. Se completaría el conjunto de una manera gradual con otras piezas funerarias que darían origen a la vía transversal, generando las 4 zonas que hoy se aprecian.
Finalmente, el Cementerio dos Eidos fue clausurado el 25 de noviembre de 1988. El 8 de mayo de 2000 se publica un Edicto para la tramitación del expediente de declaración del estado de ruina de las sepulturas.
En estos últimos años se produjeron avances en la concienciación social de la importancia de nuestro patrimonio arquitectónico, pero ese movimiento apenas se reflejó en los cementerios. Nos olvidamos de que un cementerio guarda la memoria colectiva de una villa o ciudad.
La suntuosidad de la arquitectura de algunos panteones habla de la importancia que la burguesía en esa sociedad le dieron a la ostentación del poder o el estatus social alcanzado. En el camposanto el poder burgués se expresó en vistosos panteones y mausoleos que competían en monumentalidad. El cementerio también refleja la importancia que alcanzó en Galicia la emigración, destacados indianos que regresan enriquecidos construyen suntuosas residencias, y en el cementerio levantan panteones o mausoleos.
El cementerio se muestra como una villa de los muertos, continuidad de la villa de los vivos. El viejo cementerio de Redondela es un buen ejemplo. Los panteones más destacados pertenecen a familias de mejor posición económica y social, y los enterramientos en nichos o en tierra pertenecen a las clases medias o más modestas.
Al lado de panteones con tendencia a la monumentalidad aún se conservan pequeñas tumbas de tierra que marcan su presencia en el camposanto simplemente con una sencilla cruz, o una lápida rematada por una cruz.
En el Cementerio dos Eidos de Redondela, como es tradición en Galicia, predomina el empleo de granito, destacando en algunos panteones la pericia y virtuosismo de los canteros en la elaboración de los detalles ornamentales. La escultura está presente en menor medida.
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