La destrucción de la flota española que conjuntamente con la francesa, había sido derrotada en Trafalgar, hizo perder a Napoleón el deseo de mantener una relación de igualdad con España.
Pero Napoleón confundía la debilidad de la Monarquía con la actitud del pueblo español que no estaba dispuesto a aceptar la presencia francesa en su suelo.
La Constitución de Bayona establecía un nuevo sistema político en España, a cuya cabeza figuraba el que a partir de entonces sería llamado José I.
Pero Napoleón, de nuevo, no había contado con el pueblo español. El 2 de mayo en Madrid, el pueblo, que se sintió traicionado por los presuntos aliados al darse cuenta de que sus intenciones eran las de ocupar por la fuerza la capital y toda la Península se levantó en armas contra las tropas francesas.
En un principio, creyendo que sería suficiente, Napoleón situó en España 92.000 hombres, pero la derrota que sufrió en Bailén, cuando se disponía a ocupar Andalucía , así como las dificultades con las que tropezó en Zaragoza, Valencia y en Cataluña, le obligaron a tomarse más en serio los asuntos de la Península.
El emperador concentró en España,entonces, unos 300.000 soldados, muchos de ellos veteranos de las campañas en Europa, y los mejores mariscales del Imperio.
A comienzos de 1809 la situación en España era la siguiente: la mayor parte de la mitad norte se hallaba bajo el control de las armas francesas y el ejército regular español había sido prácticamente destruido. Parecía que los principales obstáculos para la ocupación del territorio español habían desaparecido y que el avance hacia el sur no tendría ya dificultades, con lo que la Monarquía de José Bonaparte podría asentarse definitivamente.
Pero fue justamente entonces cuando hizo su aparición la "guerrilla", esa forma tan peculiar de hacer la guerra que los españoles “ inventamos” para poder hacer frente al formidable ejército napoleónico contra el que no tenían ninguna posibilidad de actuar por los medios convencionales.La guerrilla es un fenómeno de participación popular en la Guerra de la Independencia española que refleja la actitud decidida de toda una nación que se levanta en armas para liberar al país de la ocupación extranjera. Su origen es diverso, soldados del ejército regular que han quedado desenganchados de sus unidades, campesinos, o incluso contrabandistas y bandoleros que no tienen inconveniente en sumarse a esta “pequeña guerra”contra los franceses. Requisito indispensable: la existencia de un cabecilla que dirija y organice, aunque en la mayor parte de las ocasiones sea un hombre con poca o ninguna experiencia en las artes militares, pero sí conocedor del terreno y con dotes de mando.
Juan Martín El Empecinado, Espoz y Mina, el Cura Merino, y tantos otros dirigentes de la guerrilla se convirtieron en auténticos héroes de la guerra de la Independencia en España.
La eficacia de esta forma de hacer la guerra, radicaba en que se sembraba una constante intranquilidad y desasosiego entre las unidades francesas que no sabían cómo acabar con un enemigo invisible que actuaba con una extraordinaria movilidad y rapidez.(leer + )
Así las cosas, en abril de 1809, 9 meses después de la capitulación de Bailén, 7000 prisioneros franceses embarcados en buques frente a la ciudad de Cádiz esperaban la liberación, serían repatriados a Francia . Llegan primero a la bahía de Palma (Islas Baleares ) y luego a la "isla de las cabras".
Son dieciséis navíos con hombres y mujeres destrozados por la fatiga, la sed, las enfermedades y, especialmente, la desesperanza. Una mujer ha parido gemelos antes de alcanzar esa meta, y algún hombre más ha muerto.
Los marinos españoles ordenan el desembarco a los franceses. Al menos es una pausa en sus penalidades, tocan tierra, locos y ebrios de pisar espacio firme. La isla no está habitada. Y los españoles se retiran en sus navíos dejando a los franceses a su suerte.
Por fin, el descubrimiento de tres cabras que, al ser acorraladas al borde de un acantilado por tres mil hombres hambrientos, saltan al vacío y se esfuman para siempre.
Dos días después del desembarco, una chalupa de españoles les lleva los primeros víveres: pan , habas y aceite.
La vida se organiza lentamente en Cabrera.
Cada cuatro días la escuálida ración les iba a llegar.
A pesar de las renuncias de algunos por hacer algo que convierta esa estancia en algo estable, se van construyendo cabañas junto a la playa, aunque la mayoría de los soldados franceses no hacen sino resignarse a una espera fatídica mientras ven cómo sus cuerpos van siendo cada vez más esqueléticos.
Llegan hasta configurar calles, y una plaza que recibe el nombre de Palais-Royal, sitio de encuentro para intercambiar habas por pan o cualquier otro trueque. Los españoles se han enterado de que los franceses carecen de todo, pero algunos conservan algunas monedas de oro, así que comercian con ellos.
El 18 de julio de 1809 , el cura Damián Estelrich, llega a la isla como respuesta a una petición que han hecho los oficiales; es español y da su primera misa. Comienzan por incinerar a los cadáveres, luego los españoles les acercarán picos y palas con los que construyen un cementerio.
Después de la tormenta, los soldados se debaten entre el deseo de luchar y la tentación de la renuncia, partiendo solitarios hacia el monte.
Los carceleros, desde Mallorca, otorgan algunas concesiones : les llevan agua con la ración de comida, a algunos enfermos les ofrecen plazas en el hospital de Palma y a los “oficiales” de más rango , les dispensan con el favor de su partida hacia Palma.
La población mallorquina protesta y devuelven a los detenidos con la promesa, nunca cumplida, de la construcción de un verdadero hospital en la isla.
Se roba para sobrevivir y hay que organizarse, reemplazan a la autoridad de la oficialidad creando un Consejo que tendrá doce miembros y cuya primera preocupación es conseguir un espacio, luego se impone una racional distribución de los alimentos, un orden en el uso del agua, dejan fuera de la ley los préstamos usurarios.
Así que se castigará a los detractores atándoseles a un palo durante cuatro a veinticuatro horas según la gravedad del delito; al reincidente se le cortará una oreja y, luego, ya se verá. Hay que ser severos para conservar la dignidad.
Casi un hombre de cada dos ha muerto,esto es, cerca de tres mil.
En 1810, después de un día de retraso, la barca con los víveres llega; sesenta audaces franceses se apoderan de la barca cuando los españoles toman tierra, pero los dos mil seres hambrientos que quedan en tierra les tiran piedras. Ya no vitorean a los fugados, están hambrientos y la fuga se ha precipitado, no ha sido consensuada; luego llegarán los vigías de la cañonera y bombardean a los que se han tirado al agua y a los que aún permanecen en la chalupa; no quedará ni un superviviente de los sesenta. Esto tendrá consecuencias funestas.
Pasan 4 dias no viene nadie, ni al quinto dia, ni al sexto...
El hambre hace devorar cardos guisados con otras yerbas que provocan perforaciones intestinales, también la "patata de Cabrera", un bulbo venenoso , y hasta se hacen al fuego“cocidos de ropas rasgadas” .
Intentan comer los restos humanos, pero la locura, el agotamiento y la repugnancia pueden con ellos. Alguno que intenta la antropofagia tendrá juicio y condena a muerte, por parte de los españoles.
Al octavo día de la terrible espera, y después de haber sacrificado al burro Martín, su mascota más querida, los marinos de la cañonera distribuyen sus reservas y dejan la vigilancia regresando a Palma. Cabrera agoniza.
A pesar de los cuidados, los gemelos que habían nacido en la travesía , mueren .
Al décimo día todos se refugian en una espera segura de la muerte. Y precisamente entonces se pasa de la ilusión a la realidad de la llegada de la cañonera y de la barca con los viveres. La abundancia mata también a quienes no tienen tranquilidad.
Desde el primer desembarco, se han ido sucediendo, desembarcos de decenas, centenas de prisioneros.
El 12 de marzo de 1810, regresan los oficiales de más rango. Cuentan su vida disoluta, fácil, en el acuartelamiento de Palma, hasta que la población les pretende matar; así que los tuvieron que retornar a Cabrera.
Su presencia revitaliza la vida de la isla: los primeros esfuerzos son para rehacer las chozas, incluso hacen una casa sólida con materiales procedentes de restos enterrados que van descubriendo; se otorga un suplemento de víveres por parte del Consejo de la isla. Se contabilizan 1.422 casas y se bautizan las calles, se elabora un mapa y se llevan a cabo nuevos e insospechados descubrimientos en la isla.
Los ingleses les traen suplementos de víveres y algunas ropas. Se potencia el comercio con ingleses y españoles. Los “isleños” ofrecen minerales encontrados en una gruta, y castañuelas, tenedores y cucharas talladas en boj.
Aun cuando la preocupación esencial en Cabrera es el hambre, la situación se suaviza cuando la muerte de prisioneros permite una mayor ración a los supervivientes, aunque mal distribuida. El sistema se va volviendo injusto, pero el Consejo lo tolera, hasta que el Capitán Louxical exige justicia y la obtiene después de ser retado a duelo y vencer. Se termina con las ventajas .
Cabrera no es mas que un coto de envidias, desconfianzas y suspicacias, de hombres divididos , unos rabiosos por escapar, otros desesperados que se arrastran por el monte y algunos resistentes.
Los recién llegados de Alicante se horrorizan. Pero aún no han visto todo, les queda el hospital, mero vestíbulo del "Valle de los Muertos".
En una de las visitas de los ingleses, un comandante vomita y al retroceder hacia el bergantín ven como un prisionero lame y devora el vómito.
Hay ganaderos que”reproducen” las ratas para que no se exterminen.
La locura se adueña de Cabrera.
Los detenidos llegan a la arena de la playa desde todos los rincones de la isla. Unos han podido hacerse con un taparrabos, otros visten una chaqueta desgarrada. Han pasado ¡cinco años y once dias¡
Les dicen que "Napoleón ha dejado de reinar. Francia entera ha aclamado el retorno del rey" .
Todo arderá el día del embarque.