En 1906 Alois Alzheimer describió una nueva enfermedad que producía pérdida de memoria, desorientación, alucinaciones y finalmente muerte. La enfermedad fue diagnosticada por primera vez en una mujer de 51 años que había ingresado en 1901 en el Hospital de Frankfurt a causa de un cuadro clínico caracterizado por un delirio de celos, seguido de una rápida pérdida de memoria acompañada de alucinaciones, desorientación espacio-temporal, paranoia, alteraciones de la conducta y un grave trastorno del lenguaje. La paciente falleció por una infección debida a las heridas que le habían aparecido por estar inmóvil durante mucho tiempo en la cama y por una infección pulmonar.
El cerebro de la mujer fue estudiado por Alzheimer, que encontró un número disminuido de neuronas en el córtex cerebral, junto con cúmulos de proteínas, unos ovillos o filamentos neurofibrilares en el citoplasma de las neuronas. Estos últimos fueron descritos por primera vez en la historia por este autor. Se decidió llamar a la nueva patología 'Enfermedad de Alzheimer' en honor a su descubridor y el término fue utilizado por primera vez por Kraepelin en la octava edición del Manual de Psiquiatría, en 1910.
Lo que en aquel momento se pensaba que era una enfermedad rara se demostró posteriormente que era la causa más frecuente de demencia. Durante sesenta años, se creyó que la enfermedad de Alzheimer sólo la padecían personas menores de 65 años. Pero desde 1970 se sabe que esto es sólo la excepción. La regla es que los síntomas de la enfermedad de Alzheimer aparezcan después de los 65 años. Esta enfermedad es tanto más frecuente cuanto más años va cumpliendo una persona.
La enfermedad de Alzheimer consiste esencialmente en la muerte de determinadas neuronas de la corteza cerebral de manera gradual y progresiva a lo largo de los diez años que, por término medio, dura la enfermedad. La muerte neuronal se llama neurodegeneración.
Las neuronas que van sucumbiendo no están situadas de cualquier manera sino que pertenecen a redes y sistemas situados en los lóbulos temporal y parietal de ambos hemisferios cerebrales, que en esencia mantienen las funciones de memoria declarativa, la que permite recordar hechos en el tiempo y en el espacio o conceptos y abstracciones sin relación espacio-temporal, habilidades rutinarias y actividades diarias, percibir el cuándo y el dónde uno está, uso de palabras, capacidad de enjuiciar, manipulación de objetos y cosas, realizar una acción, reconocer las percepciones, el estado de ánimo, el comportamiento y la propia personalidad o noción de uno mismo.
Si van muriendo poco a poco esas neuronas, sus conexiones con las otras neuronas se van destruyendo y las redes van desapareciendo. Así, aparecen los síntomas por la pérdida de las estructuras que mantienen las funciones antedichas. La enfermedad de Alzheimer va asociada sobre todo con pérdida progresiva de memoria pero, su sintomatología completa es mucho más que pérdida de memoria, abarcando las capacidades cognitivas, conductuales y psicológicas. Cuando la intensidad de tales síntomas repercute ostensiblemente en la vida personal, familiar, laboral o social del enfermo impidiendo su normal desarrollo, los médicos califican tal estado con el término demencia. El diagnóstico de demencia (o de demencia senil si ocurre en un sujeto mayor de 65 años) no es ni más ni menos que denominar una situación clínica concreta. Hay unas sesenta enfermedades que producen demencia. Entre la gente mayor, la enfermedad de Alzheimer es la responsable de demencia en el 70% de los casos.
Lo que descubrió el Dr. Alzheimer en 1906, al estudiar mediante microscopio el cerebro de su paciente, fueron dos tipos de lesiones que, cuando aparecen juntas y en notable cantidad, son características y confirmatorias de la enfermedad. Tales lesiones se llaman 'placas neuríticas' y 'ovillos neurofibrilares'.
El progreso científico de la biología celular y genética molecular ha aclarado mucho el origen y la naturaleza de estas placas y ovillos. Hoy por hoy, la certeza absoluta de que una persona sufrió enfermedad de Alzheimer exige ver estas lesiones en su corteza cerebral tras realizar la autopsia correspondiente. Ésta es una de las razones para promover la donación de cerebros de enfermos que fallecen con demencia. Este gesto generoso y solidario hará avanzar en el conocimiento de la enfermedad, descubrir sus causas, sus mecanismos y ayudará a encontrar medicamentos que logren prevenirla o curarla.
En el cerebro de un enfermo de Alzheimer se observan miríadas de placas neuríticas. Son unas formaciones esféricas que tienen en su centro un núcleo denso constituido por una proteína llamada 'amiloide beta' que juega un papel crucial en el mecanismo de la enfermedad. Alrededor de ese núcleo hay como una corona formada por las prolongaciones desprendidas de las neuronas que se llaman 'neuritas distróficas' (axones y dendritas); son los restos de las neuronas muertas que se agrupan en torno al núcleo amiloide formando una placa. Entremezcladas con estas neuritas hay un buen número de células gliales (astrocitos y microglía) que representan el intento natural del tejido nervioso para eliminar la placa aunque no llega a conseguirlo.
La 'amiloide beta' procedente de las neuronas enfermas en el Alzheimer es secretada fuera de ellas, depositada donde no tiene que estar, acumulada y agregada en las microfibrillas que la forman, es una sustancia extraña que hay que tratar de limpiar. Por eso a cada placa llegan las células gliales que forman sustancias que tratan de depurar la amiloide. Tales sustancias son las que constituyen lo que en cualquier parte del organismo se llama reacción inflamatoria. Esta neuroinflamación existente en cada placa es muy importante y es por ello que se utilizan fármacos anti-inflamatorios en el intento de combatir la enfermedad.
En las placas hay también un número importante de otras proteínas cuyo estudio sirve para entender cada vez mejor el mecanismo de por qué se inicia la enfermedad y cómo avanza. La 'amiloide beta' es un fragmento de una proteína más grande llamada 'proteína precursora de la amiloide', que se sintetiza continuamente dentro de las neuronas y tiene una función fisiológica que cumplir. Por ejemplo, que la neurona esté bien alimentada y que desarrolle buenas y normales neuritas para comunicarse con otras neuritas de otras neuronas de su propia red en los puntos que se llaman sinapsis. El paso de un estímulo o un impulso de una neurona a otra en cada sinapsis, esto es en la hendidura que existe entre neurita y neurita, requiere un mediador químico que se llaman neurotransmisor. Las neuronas que se mueren en el Alzheimer utilizan fundamentalmente acetilcolina como neurotransmisor. Por eso en el cerebro con Alzheimer falta especialmente acetilcolina. Este hecho ha servido para descubrir los primeros medicamentos anti-Alzheimer que consiguen que la acetilcolina que todavía se forma en las neuronas que aún sobreviven en el Alzheimer surta más efecto y dure más su acción.
Toda proteína dentro de una célula se forma o sintetiza por mandato de un gen situado en el ADN de su núcleo. El gen que codifica la síntesis de la 'proteína precursora de la amiloide' está en el cromosoma 21. Es conveniente recordarlo porque así se entiende que las personas con síndrome de Down o trisomía 21, al tener un cromosoma 21 de más, tienen gran propensión a padecer Alzheimer cuando alcanzan los 45 ó 55 años.
Toda proteína dentro de la célula cumple la misión que tiene asignada y luego se descompone, se proteoliza por la acción de unas sustancias llamadas enzimas que actúan por las señales que reciben de los genes. Y así funciona la maravilla biológica que es la fábrica celular. Esa proteína precursora de la amiloide es cortada normalmente por la enzima llamada 'secretasa alfa'. Produce fragmentos solubles que son eliminados por mecanismos normales.
Pero, en el Alzheimer no actúa la 'secretasa alfa' sino otras dos enzimas, llamadas 'beta y gamma secretasas' que llevan el metabolismo de 'la proteína precursora de la amiloide' por un camino errado y patológico. Al cortarse esta proteína en dos puntos inapropiados, forman un fragmento letal. La amiloide beta es insoluble, no se puede eliminar, se deposita y acumula fuera de las neuronas, forma fibrillas que se agregan entre ellas y se convierte en un auténtico tóxico que va a ir matando neurona tras neurona de manera implacable y progresiva, rompiendo la conexión interneuronal (neuritas y sinapsis), destruyendo las redes neurales en las que descansan las funciones cognitivas, conductuales y psicológicas y dando origen a los síntomas de Alzheimer mes a mes y año tras año a medida que el daño neuronal va superando determinados umbrales de cantidad y extensión.
Todo este proceso es sumamente largo, se inicia hacia los 40 o 50 años en los sujetos que van a tener Alzheimer aunque, los primeros síntomas no van a aparecer hasta veinticinco o treinta y cinco años después.
Se comprende entonces que la prevención del Alzheimer ha de llevarse a cabo con compuestos que impidan la formación y depósito de 'amiloide beta' ya en la edad adulta y que es muy importante identificar a las personas de esa edad con altísimo riesgo de padecer esta enfermedad para invitarles a que sigan durante décadas este tipo de tratamiento que necesariamente ha de ser inócuo y eficaz.
Las neuronas que van a morir por el efecto tóxico de la 'amiloide beta' sufren en su interior un peculiar cambio estructural. Su protoplasma o citoplasma está enjaretado por unas estructuras llamadas microtúbulos a través de los cuales circulan o fluyen determinadas sustancias que mantienen vivo el esqueleto celular. Estos microtúbulos están formados por proteínas diversas. En el Alzheimer se altera una de estas proteínas, la llamada TAU, que se carga excesivamente de fósforo al faltar la enzima que normalmente lo eliminaría. Entonces los microtúbulos se unen dos a dos formando como un tirabuzón. La imagen que dan en el microscopio es como un amasijo de filamentos. Es lo que Alois Alzheimer vio asombrado dentro de las neuronas en trance de morir.
En el Alzheimer parece que hay también muerte neuronal programada o suicidio celular (apoptosis). Los mecanismos más íntimos de la muerte neuronal incluyen la entrada masiva de calcio en la célula, la acción tóxica de neurotransmisores excitadores y la hiperoxidación por los llamados radicales libres. En suma, las neuronas mueren formando ovillos porque la 'amiloide beta' se deposita a su alrededor formando placas que originan en su entorno una intensa reacción inflamatoria. Antes de que la neurona muera se dañan sus neuritas, se pierden sus sinapsis, se dejan de sintetizar los neurotransmisores y se rompe la conexión interneuronal desapareciendo la función a la que sirve.
Fuentes:
Enfermedad de Alzheimer, Universidad de Navarra
Alzheimer, Universitat de Valencia
Son muchas las noticias sobre nuevos fármacos que retrasarán el desarrollo de la enfermedad, o incluso lo revertirán, logrando recuperar parte de la memoria.
"El fármaco se llama Rember y no llegará a las farmacias al menos hasta 2012 pero este verano ha desatado una oleada de expectación. Básicamente porque consigue lo que ningún medicamento ha logrado hasta ahora en la lucha contra el Alzheimer: detener el deterioro psíquico de los pacientes y lograr que algunos recobren habilidades que habían perdido." El Mundo, 21 de septiembre de 2008
"La Conferencia Internacional de la Enfermedad de Alzheimer, que se celebra en Chicago, acogió ayer la exposición de un trabajo realizado por NeuroPharma, una de las filiales de la gallega Zeltia. Según explicó la investigadora del CSIC Ana Martínez, un nuevo fármaco consigue frenar la muerte neuronal en enfermos de alzhéimer." La Voz de Galicia, 1 de agosto de 2008 "NOSCIRA (antigua NeuroPharma) ya ha concluido la Fase I del desarrollo clínico del NP-12, en la que se ha confirmado la seguridad y estudiado la farmacocinética del compuesto en 160 jóvenes y ancianos sanos.
Este cambio forma parte de los hechos que conforman una nueva etapa de la compañía con la entrada en Fase II de su primer compuesto, NP 12, en el último trimestre de este año. Este estudio se llevará a cabo en varios hospitales centroeuropeos dónde se administrará el medicamento durante cuatro meses a pacientes con enfermedad de Alzheimer." NOSCIRA 10 de septiembre de 2008Fundación Alzheimer AsturiasAsociación para las familias con AlzheimerFundación Alzheimer Españaíndice post