El año 1948 supone la creación oficial del Estado de Israel, consumación del sueño sionista fraguado casi un siglo atrás. Bajo el consentimiento y aprobación de la O.N.U. y los todopoderosos Estados Unidos de América, se reconoce algo que desde el año 1917 ya estaba acordado: la legitimación de la existencia de un país judío.
Gran Bretaña y Francia, reconocían el derecho de los miles de judíos del mundo a disponer de un Estado propio en la franja de lo que en aquel entonces aún era Palestina.
La confrontación de estas promesas con las realizadas a los musulmanes por los occidentales en busca de su apoyo en la 1ª Guerra mundial hizo inviable la materialización del proyecto en aquellos momentos convulsos y hubo que aguardar treinta años más, antes de que los sionistas vieran consumadas sus ansias estatales.
Pese a haber pasado prácticamente un siglo desde aquellas promesas realizadas por los europeos hacia los judíos, promesas que llevarían un tercio de siglo más tarde al nacimiento de un Estado hebreo, el conflicto que este hecho suscitó permanece de triste actualidad.
Los Estados europeos y su colonialismo generaron la espiral de violencia que aún pervive en Palestina... y los Estados Unidos de América financian, consienten y articulan.
Y, por supuesto, los judíos materializan su sueño estatal sobre la sangre de personas que se aferran a piedras y palos, mientras soldados hebreos cercenan sus vidas de miseria y hambre, rebelión e ira, sobre las ruinas de lo que fue su tierra .
Theodore Hertl fue el padre ideológico de este cuerpo de creencias que aboga por la reunificación de los judíos dispersos a lo largo y ancho del planeta en una patria propia; un Estado en ese territorio prometido ubicado en la franja bíblica de Palestina.
Aunque dicho movimiento ya existía desde muy antiguo en su acepción mística ... recordemos que
Sión es el monte sobre el que se levanta la ciudad de Jerusalén... su forma política nacionalista no nacerá hasta el siglo XIX.
El precedente directo se encuentra en el escrito del médico semita
Leo Pinsker, afincado en Odessa y que, tras los progroms (vocablo ruso para referirse a asesinatos en masa), reivindica una patria para los judíos oprimidos, data de 1882.
Finalmente, será Hertl, un judío enriquecido, el que de cuerpo desde su confortable despacho a esta doctrina a finales del siglo XIX en su libro El Estado judío (Der Judenstaat), escrito en 1896 , será el documento que moldee definitivamente el sionismo político.
En el año 1897, en el primer Congreso mundial sionista de Basilea, se sientan las bases de una rígida estructura política y se proyecta la creación de una sede para el pueblo judío en Palestina.
Frente a este sionismo político, cabe resaltar la existencia de un movimiento sionista paralelo denominado sionismo cultural. Contrastando con el político, el sionismo cultural aboga por hacer de Palestina, gracias al trabajo político, cultural e intelectual, un centro espiritual que logre convocar a los judíos de todo el mundo, posponiendo a una etapa venidera la realización de un Estado.
Ambas corrientes encuentran una síntesis en
Chaim Weizmann quien aúna las dos vertientes sionistas en una sola. En la práctica tiene materialización en la creación del Centro sionista de Palestina en Gaffa en el año 1905 y la fundación de una Universidad Hebrea en el 1918.
Efectivamente, pronto, esta teoría gana adeptos y se abre paso entre la población judaica que en aquellos momentos habita diseminada en diferentes países...los judíos mantienen una cultura común basada principalmente en su religión.
El triunfo del sionismo es el triunfo del capitalismo judío, el premio a su poderío económico, a cambio del cual, deben ceder su apoyo a la política occidental de expolio y colonialismo a lo largo y ancho del mundo y, sobre todo, al control territorial de Oriente Próximo, zona importante por su riqueza en petróleo y estratégica situación.
Pese a todo, la O.N.U. en 1975 se vio forzada, por el macabro peso de los acontecimientos, a tener que reconocer en el sionismo una forma de racismo. Realmente es un genocidio selectivo y una limpieza étnica de consecuencias brutales.
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