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Finalmente, en 1499 'la cuestión judía' había quedado resuelta. El punto final lo puso un decreto por el que se determinó que cualquier judío que, en adelante, fuese capturado en los reinos peninsulares sería condenado a muerte.
El pueblo judío en la península Ibérica, desde que se tiene constancia hasta su expulsión, disfrutó y padeció distintas suertes.
La llegada y asentamiento de los judíos en la península es difícil de precisar, aunque se supone que la primera comunidad establecida como tal data de la época de la Destrucción del Templo de Jerusalén por el emperador romano Tito.
Los judíos de la España romana debieron ser simples trabajadores o incluso esclavos y fueron medrando poco a poco en las ricas ciudades comerciales de la costa mediterránea.
La importancia de las comunidades judías debía ser tal en el siglo IV que el Concilio de Elvira, Granada, se pronuncia en algunos de sus cánones contra ellos, prohibiendo los matrimonios mixtos entre cristianas e infieles judíos, o la convivencia con ellos y celebración de fiestas. Es la primera vez que la Iglesia se preocupa por el peligro que los judíos representan para los nuevos cristianos que, con la convivencia, se pueden judaizar.
Con la invasión de España por los visigodos se produce una época de tolerancia del poder hacia los judíos. La monarquía arriana, pese a su inestabilidad política, será complaciente con sus súbditos judíos. Durante esta etapa, judíos y cristianos no se diferenciaban más que por su religión. Los judíos eran pequeños propietarios y se dedicaban al comercio, contando con la tolerancia de los visigodos. Pero la conversión de Recaredo en el III Concilio de Toledo supone el comienzo de las persecuciones bajo la monarquía católica: Sisebuto expulsa a los judíos del reino, Egica los persigue y separa de los cristianos y Chintilla obliga a los judíos de Toledo a abjurar de los ritos y prácticas de su fe. Los niños judíos eran separados de sus padres para ser educados como Cristianos.
No es de extrañar, por tanto, que los judíos se pusieran del lado de los éjercitos musulmanes que a partir del año 710 cruzaban el Estrecho a las órdenes de Tariq b. Ziyad, lugarteniente del gobernador de Ifriqiya, Musa b. Nusayr. Así lo recogen cronistas e historiadores de la conquista musulmana(pdf).
Durante los años que siguen, hasta el 756, los ejércitos completan su penetración hacia el Norte en medio de constantes rivalidades internas, llegando el Islam a establecerse en la práctica totalidad de la Península y en el SE de la Galia.
Los judíos se dedican a profesiones de lo más diversas: médicos, comerciantes, cobradores de tributo, traductores, artesanos de las labores agrícolas. Disfrutaban de una autonomía jurídica relativa, con sus propios tribunales.
En el plano intelectual y jurídico, durante los siglos VIII y IX los judíos españoles dependen de los grandes centros del saber de oriente, aunque desarrollan paulatinamente una tradición local de estudio de la Biblia y el talmud. Es el período en que florecieron las comunidades judías en todo Al-Andalus.
Hasta la caída del Califato son pocas las comunidades judías en los reinos cristianos. La salida de judíos de Al-Andalus se incrementa durante los siglos X y XI y el papa Alejandro II aconseja a los obispos que sea respetada la vida de los judíos.
Las convulsiones que sufren los Reinos Taifas empujan a los judíos hacia los reinos cristianos del norte. Es una época insegura. Los judíos son propiedad del rey y los impuestos que pagan revierten en la Corona. A fines del siglo XII, se producen saqueos y matanzas en algunas juderías como las de Toledo y León.
En el IV Concilio de Letrán se impone a los hebreos el uso de distintivos especiales en la ropa que los distinguieran de los cristianos, pero Fernando III consiguió que quedase sin efecto. Los reyes cristianos del siglo XIII fueron generalmente favorables a los judíos, pero la presión de la Iglesia, que pretendía su conversión, fue tal que en 1232 se estableció en Aragón el Tribunal de la Inquisición.
A principios del siglo XIV, en el año 1313, el Sínodo de Zamora impuso la opinión de los sectores más radicales de la Iglesia resucitando las prescripciones del concilio de Letrán y prohibiendo a los judíos ser médicos de cristianos. En 1348 los estragos de la Peste Negra fomentan el odio antisemita y los judíos son acusados falsamente de su propagación. Por último, la victoria de Enrique de Trastámara sobre su hermano Pedro I trajo graves consecuencias para los judíos castellanos y aumentó la presión sobre ellos, avivada por un ambiente de hostilidad que desembocó en las matanzas del año 1391.
Vicente Ferrer, dominico valenciano que viajó por toda Castilla entre los años 1411 y 1412 predicando contra los judíos, tuvo mucho que ver en el deterioro entre ambas comunidades. Vicente Ferrer presentó un plan completo para terminar con la comunidad judía : en los lugares que él visitó, los judíos fueron expulsados de los lugares que habitaban.
El 2 de enero de 1412 se promulgó en Valladolid una legislación relativa a los judíos. Prohibió todo contacto entre ambas comunidades, obligándoles a vivir en barrios separados, a diferenciarse en el vestir, así como a utilizar el pelo largo y a dejarse la barba. El camino estaba ya abonado para lo que sería el principio del fin de la convivencia en la península. A medida que transcurre el siglo XV, la situación de los judíos se irá deteriorando progresivamente, hasta llegar al edicto de expulsión en el año 1492.
Los judíos, antes de marchar, debían vender sus bienes inmuebles y los muebles que no podían transportar. Podían sacar los judíos cuanto pudieran llevar consigo, menos aquellos artículos que prohibían sacar del país las leyes aduaneras. Así pues, debían dejar aquí sus caballos (con lo que el viaje se hacía más difícil) y también el oro, la plata y la moneda acuñada.
Sólo había un medio para conservar los bienes: entregar a los banqueros los dineros y metales preciosos, recibiendo de ellos los justificantes pertinentes, es decir, letras de cambio que podrían hacer efectivas una vez que se encontrasen fuera de España. Los banqueros italianos, en especial los genoveses, se prestaron a llevar a cabo estas operaciones gravándolas con fortísimos intereses.
Según los cálculos más objetivos, de los 200.000 individuos que formaban la comunidad judía de Aragón y Castilla, más de 150.000 eligieron el destierro.
Hubo otros muchos grupos, en especial aragoneses, que embarcaron en los puertos del Mediterráneo y se establecieron en Génova, Nápoles, Turquía, los Balcanes, Grecia, y tierras del Próximo y Medio Oriente. Parte llegaron también a Francia, Inglaterra, los Países Bajos y Alemania.
A lo largo del siglo XVI fueron extendiéndose por ambas orillas del Mediterráneo, radicándose la mayoría en el Imperio Otomano, donde conocerían días de gloria. Estos expulsados y sus descendientes son los sefardíes, que a través de los siglos mantendrían una unidad entre sí gracias a su lengua de raíz hispánica.
La mayor parte de los judíos de Castilla intentaron pasar a Portugal. En Portugal no fue mejor el trato que recibieron. Se fijaron cuatro puntos de entrada a lo largo de la frontera. Cada persona debía pagar 'ocho cruzados' para obtener un permiso de residencia de ocho meses, transcurridos los cuales deberían pasar a África en naves portuguesas, pagando el pasaje que se les fijara. Los que no tuvieron dinero para pagar aquel arancel o el pasaje, así como los que penetraron en el país clandestinamente, fueron vendidos como esclavos o enviados a las islas de Los Lagartos.
El trato que recibieron en Portugal hizo clamar al obispo de Silves, Jerónimo Osorio. Desde Portugal, muchos salieron hacia las costas de África, donde se unieron a los que habían llegado directamente de España. Los que quedaron en Portugal fueron expulsados, finalmente, en 1496. Sería dictada su expulsión a petición de Isabel, la hija mayor de los Reyes Católicos, que puso esa condición para casarse con el rey Manuel de Portugal.
Y especialmente escalofriante resulta comprobar que este mismo pueblo judío en el siglo XXI exhiba sin pudor técnicas de exterminio con el pueblo palestino.
Sutil, letal y demoledor el confinamiento al que son sometidos los palestinos en los "Territorios Ocupados" de Gaza y Cisjordania, eufemismo para referirnos a las tierras que los judíos les dejan habitar.
Los judíos fortalecidos en sus argumentos sobre el uso de la violencia contra población civil indefensa gracias a la pasividad de la comunidad internacional han provocado más de 1000 muertes de hombres, mujeres y niños, durante los 20 días de ataques indiscriminados sobre Gaza.
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The Real News NetWork: Gaza
Documental: La Guerra de los Seis Días o Guerra de Junio de 1967
1982: Israel invade Líbano
Guerra demográfica Palestina-Israel
El asedio de Gaza
Amnesia histórica y Gaza
GAZA: diciembre 2008, enero 2009...
War on Gaza, Al Jazeera.net
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Tres judíos contemplan el asedio del ejército de Israel sobre la indefensa ciudad de Gaza (año 2009). Fuente original imágenes (The New York Times)
Nosotros ordenamos además en este edicto que los Judíos y Judías de cualquier edad que residan en nuestros dominios o territorios que partan con sus hijos e hijas, sirvientes y familiares pequeños o grandes de todas las edades al fin de Julio de este año y que no se atrevan a regresar a nuestras tierras y que no tomen un paso adelante a traspasar, de manera que si algún Judío que no acepte este edicto si acaso es encontrado en estos dominios o regresa será culpado a muerte y confiscación de sus bienes.
Y hemos ordenado que ninguna persona en nuestro reinado sin importar su estado social incluyendo nobles que escondan o guarden o defiendan a un Judío o Judía ya sea públicamente o secretamente desde fines de Julio y meses subsiguientes en sus hogares o en otro sitio en nuestra región con riesgos de perder como castigo todos sus feudos y fortificaciones, privilegios y bienes hereditarios.
Hágase que los Judíos puedan deshacerse de sus hogares y todas sus pertenencias en el plazo estipulado por lo tanto nosotros proveemos nuestro compromiso de la protección y la seguridad de modo que al final del mes de Julio ellos puedan vender e intercambiar sus propiedades y muebles y cualquier otro artículo y disponer de ellos libremente a su criterio que durante este plazo nadie debe hacerles ningún daño, herirlos o injusticias a estas personas o a sus bienes lo cual seria injustificado y el que transgrediese esto incurrirá en el castigo los que violen nuestra seguridad Real.
Damos y otorgamos permiso a los anteriormente referidos Judíos y Judías a llevar consigo fuera de nuestras regiones sus bienes y pertenencias por mar o por tierra exceptuando oro y plata, o moneda acuñada u otro articulo prohibido por las leyes del reinado.
De modo que ordenamos a todos los concejales, magistrados, caballeros, guardias, oficiales, buenos hombres de la ciudad de Burgos y otras ciudades y villas de nuestro reino y dominios, y a todos nuestros vasallos y personas, que respeten y obedezcan con esta carta y con todo lo que contiene en ella, y que den la clase de asistencia y ayuda necesaria para su ejecución, sujeta a castigo por nuestra gracia soberana y por la confiscación de todos los bienes y propiedades para nuestra casa real y que esta sea notificada a todos y que ninguno pretenda ignorarla, ordenamos que este edicto sea proclamado en todas las plazas y los sitios de reunión de todas las ciudades y en las ciudades principales y villas de las diócesis, y sea hecho por el heraldo en presencia de el escribano público, y que ninguno o nadie haga lo contrario de lo que ha sido definido, sujeto al castigo de nuestra gracia soberana y la anulación de sus cargos y confiscación de sus bienes al que haga lo contrario.
Y ordenamos que se evidencie y pruebe a la corte con un testimonio firmado especificando la manera en que el edicto fue llevado a cabo.
Granada, 31 de marzo del año de nuestro señor Jesucristo de 1492.
Firmado Yo, el Rey Fernando II de Aragón; Yo la Reina Isabel I de Castilla, y Juan de la Colonia secretario del Rey y la Reina quien lo ha escrito por orden de sus Majestades.
Así terminaba el edicto de expulsión de los Judíos de Castilla-Aragón ("España"). En el edicto se exponían las razones aducidas por los "Reyes Católicos" para justificar tan drástica medida:
Bien es sabido que en nuestros dominios, existen algunos malos cristianos que han judaizado y han cometido apostasía contra la santa fe Católica, siendo causa la mayoría por las relaciones entre judíos y cristianos. Por lo tanto en el año de 1480 ordenamos que los judíos fueran separados de las ciudades y provincias de nuestros dominios y que les fueran adjudicados sectores separados, esperando que con esta separación la situación existente sería remediada, y nosotros ordenamos que se estableciera la Inquisición en estos dominios; y en el término de 12 años ha funcionado y la Inquisición ha encontrado muchas personas culpables además, estamos informados por la Inquisición y otros el gran daño que persiste a los cristianos al relacionarse con los judíos, y a su vez estos judíos tratan de todas maneras a subvertir la Santa Fe Católica y están tratando de obstaculizar cristianos creyentes de acercarse a sus creencias.
Estos Judíos han instruido a esos cristianos en las ceremonias y creencias de sus leyes, circuncidando a sus hijos y dándoles libros para sus rezos y declarando a ellos los días de ayuno y reuniéndoles para enseñarles las historias de sus leyes, informándoles cuando son las festividades de Pascua y como seguirla dándoles el pan sin levadura y las carnes preparadas ceremonialmente y dando instrucción de las cosas que deben abstenerse con relación a alimentos y otras cosas requiriendo el seguimiento de las leyes de Moisés, haciéndoles saber a pleno conocimiento que no existe otra ley o verdad fuera de esta. Y así lo hace claro basados en sus confesiones de estos judíos lo mismo a los cuales han pervertido que ha sido resultado en un gran daño y detrimento a la santa fe Católica y como nosotros conocíamos el verdadero remedio de estos daños y las dificultades yacían en el interferir de toda comunicación entre los mencionados Judíos y los Cristianos y enviándolos fuera de todos nuestros dominios, nosotros nos contentamos en ordenar si ya dichos Judíos de todas las ciudades y villas y lugares de Andalucía donde aparentemente ellos habían efectuado el mayor daño, y creyendo que esto sería suficiente de modo que en esos y otras ciudades y villas y lugares en nuestros reinos y nuestras posesiones sería efectivo y cesarían a cometer lo mencionado. Y porque hemos sido informados que nada de esto, ni es el caso ni las justicias hechas para algunos de los mencionados judíos encontrándolos muy culpables por lo por los susodichos crímenes y transgresiones contra la santa fe Católica han sido un remedio completo obviar y corregir estos delitos y ofensas. Y a la fe Cristiana y religión cada día parece que los Judíos incrementan en continuar su maldad y daño objetivo a donde residan y conversen; y porque no existe lugar donde ofender de mas a nuestra santa creencia, como a los cuales Dios ha protegido hasta el día de hoy y a aquellos que han sido influenciados, deber de la Santa Madre Iglesia reparar y reducir esta situación al estado anterior, debido a lo frágil del ser humano, pudiese ocurrir que podemos sucumbir a la diabólica tentación que continuamente combate contra nosotros, de modo que, si siendo la causa principal los llamados judíos si no son convertidos deberán ser expulsados de el Reino.
Debido a que cuando un crimen detestable y poderoso es cometido por algunos miembros de algún grupo es razonable el grupo debe ser absuelto o aniquilado y los menores por los mayores serán castigados uno por el otro y aquellos que permiten a los buenos y honestos en las ciudades y en las villas y por su contacto puedan perjudicar a otros deberán ser expulsados del grupo de gentes y a pesar de menores razones serán perjudiciales a la República y los más por la mayoría de sus crímenes sería peligroso y contagioso de modo que el Consejo de hombres eminentes y caballeros de nuestro reinado y de otras personas de conciencia y conocimiento de nuestro supremo concejo y después de muchísima deliberación se acordó en dictar que todos los Judíos y Judías deben abandonar nuestros reinados y que no sea permitido nunca regresar.Tomado de Edicto de expulsión de los judíos(1492)
Finalmente, en 1499 'la cuestión judía' había quedado resuelta. El punto final lo puso un decreto por el que se determinó que cualquier judío que, en adelante, fuese capturado en los reinos peninsulares sería condenado a muerte.
El pueblo judío en la península Ibérica, desde que se tiene constancia hasta su expulsión, disfrutó y padeció distintas suertes.
La llegada y asentamiento de los judíos en la península es difícil de precisar, aunque se supone que la primera comunidad establecida como tal data de la época de la Destrucción del Templo de Jerusalén por el emperador romano Tito.
Los judíos de la España romana debieron ser simples trabajadores o incluso esclavos y fueron medrando poco a poco en las ricas ciudades comerciales de la costa mediterránea.
La importancia de las comunidades judías debía ser tal en el siglo IV que el Concilio de Elvira, Granada, se pronuncia en algunos de sus cánones contra ellos, prohibiendo los matrimonios mixtos entre cristianas e infieles judíos, o la convivencia con ellos y celebración de fiestas. Es la primera vez que la Iglesia se preocupa por el peligro que los judíos representan para los nuevos cristianos que, con la convivencia, se pueden judaizar.
Con la invasión de España por los visigodos se produce una época de tolerancia del poder hacia los judíos. La monarquía arriana, pese a su inestabilidad política, será complaciente con sus súbditos judíos. Durante esta etapa, judíos y cristianos no se diferenciaban más que por su religión. Los judíos eran pequeños propietarios y se dedicaban al comercio, contando con la tolerancia de los visigodos. Pero la conversión de Recaredo en el III Concilio de Toledo supone el comienzo de las persecuciones bajo la monarquía católica: Sisebuto expulsa a los judíos del reino, Egica los persigue y separa de los cristianos y Chintilla obliga a los judíos de Toledo a abjurar de los ritos y prácticas de su fe. Los niños judíos eran separados de sus padres para ser educados como Cristianos.
No es de extrañar, por tanto, que los judíos se pusieran del lado de los éjercitos musulmanes que a partir del año 710 cruzaban el Estrecho a las órdenes de Tariq b. Ziyad, lugarteniente del gobernador de Ifriqiya, Musa b. Nusayr. Así lo recogen cronistas e historiadores de la conquista musulmana(pdf).
Durante los años que siguen, hasta el 756, los ejércitos completan su penetración hacia el Norte en medio de constantes rivalidades internas, llegando el Islam a establecerse en la práctica totalidad de la Península y en el SE de la Galia.
Los judíos se dedican a profesiones de lo más diversas: médicos, comerciantes, cobradores de tributo, traductores, artesanos de las labores agrícolas. Disfrutaban de una autonomía jurídica relativa, con sus propios tribunales.
En el plano intelectual y jurídico, durante los siglos VIII y IX los judíos españoles dependen de los grandes centros del saber de oriente, aunque desarrollan paulatinamente una tradición local de estudio de la Biblia y el talmud. Es el período en que florecieron las comunidades judías en todo Al-Andalus.
Hasta la caída del Califato son pocas las comunidades judías en los reinos cristianos. La salida de judíos de Al-Andalus se incrementa durante los siglos X y XI y el papa Alejandro II aconseja a los obispos que sea respetada la vida de los judíos.
Las convulsiones que sufren los Reinos Taifas empujan a los judíos hacia los reinos cristianos del norte. Es una época insegura. Los judíos son propiedad del rey y los impuestos que pagan revierten en la Corona. A fines del siglo XII, se producen saqueos y matanzas en algunas juderías como las de Toledo y León.
En el IV Concilio de Letrán se impone a los hebreos el uso de distintivos especiales en la ropa que los distinguieran de los cristianos, pero Fernando III consiguió que quedase sin efecto. Los reyes cristianos del siglo XIII fueron generalmente favorables a los judíos, pero la presión de la Iglesia, que pretendía su conversión, fue tal que en 1232 se estableció en Aragón el Tribunal de la Inquisición.
A principios del siglo XIV, en el año 1313, el Sínodo de Zamora impuso la opinión de los sectores más radicales de la Iglesia resucitando las prescripciones del concilio de Letrán y prohibiendo a los judíos ser médicos de cristianos. En 1348 los estragos de la Peste Negra fomentan el odio antisemita y los judíos son acusados falsamente de su propagación. Por último, la victoria de Enrique de Trastámara sobre su hermano Pedro I trajo graves consecuencias para los judíos castellanos y aumentó la presión sobre ellos, avivada por un ambiente de hostilidad que desembocó en las matanzas del año 1391.
Vicente Ferrer, dominico valenciano que viajó por toda Castilla entre los años 1411 y 1412 predicando contra los judíos, tuvo mucho que ver en el deterioro entre ambas comunidades. Vicente Ferrer presentó un plan completo para terminar con la comunidad judía : en los lugares que él visitó, los judíos fueron expulsados de los lugares que habitaban.
El 2 de enero de 1412 se promulgó en Valladolid una legislación relativa a los judíos. Prohibió todo contacto entre ambas comunidades, obligándoles a vivir en barrios separados, a diferenciarse en el vestir, así como a utilizar el pelo largo y a dejarse la barba. El camino estaba ya abonado para lo que sería el principio del fin de la convivencia en la península. A medida que transcurre el siglo XV, la situación de los judíos se irá deteriorando progresivamente, hasta llegar al edicto de expulsión en el año 1492.
Los judíos, antes de marchar, debían vender sus bienes inmuebles y los muebles que no podían transportar. Podían sacar los judíos cuanto pudieran llevar consigo, menos aquellos artículos que prohibían sacar del país las leyes aduaneras. Así pues, debían dejar aquí sus caballos (con lo que el viaje se hacía más difícil) y también el oro, la plata y la moneda acuñada.
Sólo había un medio para conservar los bienes: entregar a los banqueros los dineros y metales preciosos, recibiendo de ellos los justificantes pertinentes, es decir, letras de cambio que podrían hacer efectivas una vez que se encontrasen fuera de España. Los banqueros italianos, en especial los genoveses, se prestaron a llevar a cabo estas operaciones gravándolas con fortísimos intereses.
Según los cálculos más objetivos, de los 200.000 individuos que formaban la comunidad judía de Aragón y Castilla, más de 150.000 eligieron el destierro.
A lo largo del siglo XVI fueron extendiéndose por ambas orillas del Mediterráneo, radicándose la mayoría en el Imperio Otomano, donde conocerían días de gloria. Estos expulsados y sus descendientes son los sefardíes, que a través de los siglos mantendrían una unidad entre sí gracias a su lengua de raíz hispánica.
La mayor parte de los judíos de Castilla intentaron pasar a Portugal. En Portugal no fue mejor el trato que recibieron. Se fijaron cuatro puntos de entrada a lo largo de la frontera. Cada persona debía pagar 'ocho cruzados' para obtener un permiso de residencia de ocho meses, transcurridos los cuales deberían pasar a África en naves portuguesas, pagando el pasaje que se les fijara. Los que no tuvieron dinero para pagar aquel arancel o el pasaje, así como los que penetraron en el país clandestinamente, fueron vendidos como esclavos o enviados a las islas de Los Lagartos.
El trato que recibieron en Portugal hizo clamar al obispo de Silves, Jerónimo Osorio. Desde Portugal, muchos salieron hacia las costas de África, donde se unieron a los que habían llegado directamente de España. Los que quedaron en Portugal fueron expulsados, finalmente, en 1496. Sería dictada su expulsión a petición de Isabel, la hija mayor de los Reyes Católicos, que puso esa condición para casarse con el rey Manuel de Portugal.
El 19 de marzo de 1497, los padres judíos recibieron la orden de llevar a sus hijos, de edades comprendidas entre los cuatro y 14 años, a Lisboa. A su llegada los padres fueron informados que sus hijos iban a ser adoptados y que debían entregarlos a las familias católicas para ser criados como buenos católicos. Los niños fueron literalmente arrancados de sus padres, otros fueron escondidos y algunos padres optaron matar por sí mismos a sus hijos en lugar de vivir separados.
Fueron malos tiempos para los judíos portugueses: la matanza de alrededor de 5.000 de ellos en Lisboa en el año 1506, o la deportación forzosa a Santo Tomé y Príncipe, donde todavía hoy en día hay una gran presencia judía.
Mención especial merece el Holocausto judío en el siglo XX, ampliamente documentado.
Mención especial merece el Holocausto judío en el siglo XX, ampliamente documentado.
Fuente:
Situación de los Judíos en la Hispania tardoantigua, José María Blázquez Martínez
www.liceus.com/cgi-bin/gba/0305.asp
www.liceus.com/cgi-bin/aco/his/03/02/65220.asp
Situación de los Judíos en la Hispania tardoantigua, José María Blázquez Martínez
www.liceus.com/cgi-bin/gba/0305.asp
www.liceus.com/cgi-bin/aco/his/03/02/65220.asp
www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Historia/16873/
http://cvc.cervantes.es/artes/sefarad/cartografia/cartografia_diaspora.htm
http://cvc.cervantes.es/artes/sefarad/cartografia/cartografia_diaspora.htm
Y especialmente escalofriante resulta comprobar que este mismo pueblo judío en el siglo XXI exhiba sin pudor técnicas de exterminio con el pueblo palestino.
Sutil, letal y demoledor el confinamiento al que son sometidos los palestinos en los "Territorios Ocupados" de Gaza y Cisjordania, eufemismo para referirnos a las tierras que los judíos les dejan habitar.
Los judíos fortalecidos en sus argumentos sobre el uso de la violencia contra población civil indefensa gracias a la pasividad de la comunidad internacional han provocado más de 1000 muertes de hombres, mujeres y niños, durante los 20 días de ataques indiscriminados sobre Gaza.
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The Real News NetWork: Gaza
Documental: La Guerra de los Seis Días o Guerra de Junio de 1967
1982: Israel invade Líbano
Guerra demográfica Palestina-Israel
El asedio de Gaza
Amnesia histórica y Gaza
GAZA: diciembre 2008, enero 2009...
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