12 de noviembre de 2021

Rosalía de Castro a pesar de Manuel Murguía


Madrid 1856 - calle Alcalá-

La joven Rosalía emprende la aventura del viaje a Madrid que marcaría para siempre su destino, tanto personal como literario, lo hizo acompañada de su amiga de adolescencia Eugenia Gasset Artime, hermana de Eduardo Gasset. Ese viaje en abril de 1856 costó 400 reales y se alargó 10 días en diligencia, hasta llegar a la calle Alcalá. 

Vivirá en la calle Ballesta nº13, con su tía María de Castro e Abadía y su prima Carmen García-Lugín y Castro (que a la postre sería la madre de Alejandro Pérez Lugín, autor de La casa de la Troya, 1915). 

Gracias a la documentación encontrada en el Archivo Histórico Diocesano de Madrid, en 2021, sabemos que después tuvo otros dos domicilios antes de casarse con Manuel (Martínez) Murguía: c/Hernán Cortés nº7  y c/de Valverde nº31.

Padrón - casa de Rosalía en rúa do Sol- 

Hasta ese momento estuvo siempre acompañada de sus dos 'madres': Teresa de Castro e Abadía y su inseparable sirvienta María Francisca Martínez, esta última fue la madrina de Rosalía y además la recogió de la Inclusa del Gran Hospital de Santiago tras ser bautizada y registrada como hija de padres incógnitos, el 24 de febrero de 1837.

En 1842 aparece censada en Padrón, conviviendo con ambas mujeres. Y aunque no hay documentos que certifiquen su asistencia a la escuela pública de niñas de Padrón, los estudiosos de la obra de Rosalía aseguran que tuvo que asistir a dicha escuela. La maestra que consta contratada en 1842 era Lucía Gifford, de ascendencia inglesa. 

En El domingo de Ramos parece estar el indicio de su escolarización.

(...) fiestas en las que nuestras madres, de nosotros enamoradas, nos vestían y adornaban con las galas más hermosas, mientras nos llenaban de apasionados besos, en las que el padrino o la madrina nos regalaba frutas y confites, o el juguete que por largo tiempo habíamos deseado en vano, y en las que, en fin, no teníamos que ir a la escuela. (El domingo de Ramos,1881)

Tenemos que imaginar a una niña feliz rodeada de una gran familia, en el pazo de Arretén con su tío José Mª de Castro e Abadía, en el pazo de Lestrove con su tía Josefa que se había casado con Gregorio Hermida (señor de Lestrove), a lo que se añaden los primos, que son  mayores que ella. 

En 1847 se vende la casa de la rúa do Sol (Padrón), donde vivía, y que había pertenecido a Margarita Abadía e Taboada (tía de Teresa de Castro e Abadía). Esto probablemente propicia la mudanza a Santiago de Compostela, vivirán en la rúa Bautizados nº6.

Quizás su instrucción fuera escasa como lo era la de todas las mujeres de la época. El estatus social de su madre, Teresa de Castro, que siempre vivió de los réditos de las propiedades de sus antepasados, permitieron a Rosalía sentir (sin padecer) las penurias que observaba a su alrededor, en especial durante la hambruna de 1853, y luego escribir sobre ello. 

Tembra un neno n'húmido pórtico...

D'a fame e d'o frio

Ten o sello, o seu rostro de anxel,

Ind'hermoso mais mucho, e sin brillo.

 Farrapento e descalzo, n'as pedras. (Follas Novas 1880)

- Relevante fue la grave crisis que sufrió el campo gallego en este período. Unas interminables lluvias en los meses de verano del año 1852 dañaron las cosechas de 1853, arrastrando la carestía hasta casi el año 1856. La economía gallega vivía del tradicional fiado, es decir, los comercios fiaban a las familias hasta que estas cobraban sus rentas agrarias. El colapso de la producción provocó que los clientes no pudieran pagar el fiado provocando el cierre de numerosas firmas industriales y comerciales de muchas ciudades, como Santiago, donde se abrieron comedores colectivos. La emigración a Cuba fue una de las vías de escape de parte de la población gallega.

Pedir non m'é dado,

Eu vou pó-lo mundo

Pra ver de ganalo.

 Galicia está probe,

Y á Habana me vou...

¡Adios, adios, prendas

D'o meu corazon!  (Follas Novas 1880)

Convento de San Agustín

En Santiago participó activamente en la vida cultural. Más centrada en actuar en obras de teatro que en escribir, frecuentaba el Liceo de San Agustín. 

Mucho se debate sobre si conoció en esta época, antes de ir a Madrid, a Manuel Murguía. Y por lo que pude leer y contrastar parece que no. En 1844 Manuel Murguía pudo llegar a Santiago, desde A Coruña, para realizar los estudios de bachillerato, ya que en 1851 inicia un curso previo a su ingreso en Farmacia o Medicina, que abandona para trasladarse a Madrid en 1853 y comenzar su incipiente labor como periodista, tiene 20 años. Rosalía tiene 16 años y quizá llegaron a cruzarse por las calles de Santiago sin trascendencia para ambos.

“A filla maior de Murguía, Alejandra, ten decrarado que os seus pais se coñeceron en Madrid, presentados por Elías Bermúdez, amigo común “  (Fuente: Carlos Martínez Barbeito, La Noche. Núm. 7. Santiago, 26 de novembre., 1949) [Mencionado en Contribución ao estudo das fontes literarias de Rosalía. Discurso don Ricardo Carballo Calero, 17 de maio de 1958]

Sí que mantuvo estrecha relación Rosalía con Eduardo Pondal y sus hermanas, que acudían a visitarle a Santiago. Así se explica que, en septiembre de 1853, Rosalía acudiera a la Festa da Virxe da Barca (Muxía) y se alojara en la casa de un tío de Eduardo, Leandro Chans Abente que además era médico, lo que resultó de vital importancia ya que Rosalía y la hermana de Pondal, Eduarda, contrajeron tifus. Rosalía fue asistida por Leandro y sobrevivió, pero Eduarda falleció.

Esta experiencia vital aparecerá en su primera novela La hija del mar (1859), en el poema Nosa señora da Barca (Cantares gallegos, 1863), y como homenaje póstumo, en el título Las literatas. Carta a Eduarda (1865).

También conoció Rosalía a un poeta santiagués muy especial, Aurelio Aguirre, debieron de tener una relación de amistad que a Rosalía la marcó de por vida y no solo en lo personal.

"Aurelio Aguirre, nado en 1833, pubricóu os seus primeiros versos en 1851, e a súa popularidade entre estudantes e obreiros logrouna principalmente durante o bienio progresista, é decir, precisamente nos derradeiros anos que Rosalía pasa en Compostela. Está perfeitamente documentada a relación entre Aguirre e Rosalía. Ísta non poido menos de someter as súas primeiras poesías ao criterio do coudel literario do romantismo compostelán. A influencia de Aguirre foi cicáis a que apurróu a Rosalía cara o lirismo esproncedián. A influencia de Aguirre confóndese coa influencia de Espronceda, e non sempre é posibre determinar o que de Espronceda chegóu a Rosalía direitamente e o que chegóu ao traveso de Aguirre. 

As poesías díste refrexan un esprito estraordinariamente semellante ao que refrexa “La flor” (Rosalía, 1857). Iste libro non se houbera escrito ou non sería o que é, se Rosalía non houbera lido e tratado a Aguirre. Coido que non sería insensato decir que niste intre, Rosalía é unha discípula de Aguirre. A amistade entre os dous poetas composteláns está comprobada polo soneto de Aguirre a Rosalía e polo poema de Rosalía en lembranza de Aguirre.” (Carballo Calero,1958)

Precisamente, el 2 de marzo de 1856, tuvo lugar un evento singular,  el Banquete de Conxo.

- Fue, a iniciativa de Aurelio Aguirre, la organización del famoso Banquete de Conxo el 2 de marzo de 1856. En él, este autor y Pondal,leyeron varios versos, y en la comida compartieron mantel universitarios y trabajadores, con un componente simbólico de romper la división en clases de la sociedad del momento. El banquete provocó  el enfado de los sectores más poderosos de Santiago de Compostela. Para Eduardo Pondal pudo tener graves consecuencias, que fueron contrarrestadas por la intervención a su favor del párroco Manuel Antonio Pose.

Hay quienes imaginan que Rosalía pudo acudir a este evento de Conxo, pudo hacerlo como espectadora, pero ser mujer le habría dificultado participar en el acto propiamente dicho. Y faltaba un mes para que Rosalía se trasladase a vivir a Madrid.

- Rosalía está viviendo en Santiago cuando se produce en Vicálvaro(Madrid)el pronunciamiento que inicia el período conocido como Bienio Progresista (1854-56). Rosalía llega a Madrid unos meses antes de que se produzca el fin del bienio y el inicio de la última etapa del reinado de Isabel II (la descomposición do sistema 1856-1868).


 

Ya en Madrid, Rosalía de Castro participa en las tertulias literarias que organiza su prima Carmen García-Lugín y Castro. Son habituales los hermanos Bécquer (Valeriano y Gustavo Adolfo), y también Manuel Murguía.

Así fue como Murguía conoció de primera mano los inicios en la poesía de Rosalía. En 1857 Rosalía publica su primer libro: La Flor (Madrid, Imprenta M. González) y un impresionado Murguía escribe una larga reseña publicada en La Iberia (12 de mayo de 1857). Murguía estaba trabajando en La Iberia, sin derecho a paga, desde 1854.  

Extraigo algunos párrafos de la reseña:

“ […] simplemente decir al público, mejor dicho, á la autora de las hermosas poesías de que nos ocupamos y quien, sea dicho de paso, no conocemos: trabajad y ocupareis un lugar honroso en nuestra literatura patria.[…]

Y si este es una mujer, una mujer que después de penosos trabajos, tal vez abrumada bajo el peso del cansancio físico y moral, toma su lira, la lira del corazón, espontánea, franca, rica de imágenes,[…] ¿ qué diréis si no que quien de tal manera, sin pretensiones y tal vez sin estudio, habla el dulce lenguaje de la poesía, ha nacido para ser algo más que una mujer, tal vez para legar un nombre honroso a su patria? 

[…]  a la autora de tan bellas composiciones es a la que queremos decir que en su libro hay muchos y muy grandes defectos: se lo decimos así porque (creemos ) de nuestro deber esta franqueza. 

Estudie y trabaje; estamos seguros que ella tiene el suficiente talento para comprender cuáles sean esos defectos sin que se los señalemos; ellos sin embargo, sirven en su libro para decirnos que todo en él es espontáneo, libre, no hijo del estudio, sino del corazón, pero de un corazón de poeta, de un corazón que siente y que sueña como pocos.

Si estas líneas sirven para alentarla en el difícil camino que emprende; si nosotros somos los que la animamos para arrojarse a una lucha en que saldrá vencedora, será la mayor recompensa que tendrán estas mal escritas líneas, escritas bajo el entusiasmo que ha logrado despertar en nuestra alma quien habla en un lenguaje no escuchado hace tiempo." Madrid, 7 de mayo de 1857.

Murguía reparte halagos y críticas a Rosalía. Entre líneas podemos visualizar un Murguía que cree haber encontrado un diamante

Vamos a situar profesionalmente a Manuel Murguía:

Nace o xornal vigués La Oliva (2 de febreiro de 1856). Alejandro Chao e o quinteto madrileño será o núcleo: Antolín Faraldo, Antonio Romero Ortiz, Eduardo Chao, José Rúa Figueroa, Eduardo Ruíz Pons. Juan Compañel poñerá a súa imprenta ao servizo de La Oliva. Eduardo Chao é o auténtico ideólogo de La Oliva.

En 1856, Eduardo Gasset e Artime, dirixía El Semanario Pintoresco Español, con 20 anos de historia, e anunciábase en La Oliva. Eduardo incorporará ao seu equipo a Murguía e Serafín Avendaño. Así que Murguía está a facerse un oco na profesión rodeado dos mellores. Cando El Semanario Pintoresco atravesou unha crise, o grupo Gaspar e Roig acomete a idea de crear El Museo Universal. Eduardo Chao, xunto con Murguía e Cía, ofrécense para achegar os seus coñecementos sobre as novas técnicas de pintura e debuxo aplicables ás artes gráficas. Manuel Murguía colaborará durante 10 anos co Museo, e seguirá colaborando cos xornais de Madrid, e cos Chao en Galicia.  (O periodismo de Manuel Murguía, por Xosé Antonio Durán)

Elocuente carta de Alejandro Chao a Murguía (1856-57?)  

"Cada día que pasa se me va haciendo más difícil mandarte siempre socorro porque me voy desembarazando de los cargos que tenía a mi cuidado y que era de donde yo tomaba algo para ti. Con todo hoy van 20 reales que yo pensaba acompañarlos de 40 más que espero de una carta de Badajoz, mas esta no vino y por cierto que también contribuye a disgustarme. La espero y tan pronto llegue te los libraré. ¿Me pasará otro tanto cuando me halle en la Habana? Tuyo siempre,  Alejandro"

Aurelio Aguirre

Es probable que la reseña sobre La flor marque el comienzo del galanteo de Murguía hacia Rosalía. Pero la presencia etérea de Aurelio Aguirre planea en el horizonte. Precisamente, en 1857,  Aurelio Aguirre le dedica un poema, desde Galicia:

 IMPROVISACIÓN, dedicado “A la poetisa Doña R.C." 

La mujer en el mundo no es dichosa, 

por más que, con falaz hipocresía,

adulando su joven fantasía,

la mire el mundo y la proclame hermosa.

Lo será, si modesta y virtuosa

al templo del saber sus pasos guía,

y ceñida la sien ostenta un día

con la diadema de laurel honrosa.

La hermosura no es más que una quimera.

¡Página en blanco de la humana historia!

Sigue con fe del arte la lumbrera,

que es muy grato dejar una memoria

que acredite a la gente venidera,

intachable virtud, mérito y gloria.

No parece casual que, en septiembre de 1857, Murguía y Aguirre se intercambien estrofas  ingeniosas y mordaces a través del periódico El Miño:

A Dios (Manuel Murguía, Madrid 9 de septiembre de 1857)

(…)

Ah! Tú que ves mi triste solitaria tristeza.

Sin rayo que la anime, flor que le dé su esencia.

Sin creer, sin llorar,

Semejando en la tierra mi desgraciada vida

(…)

¡ÁNIMO! A mi amigo el poeta M.M. Murguía (Aurelio Aguirre Galarraga, Vigo 18 septiembre 1857)

Hoy que quieres llorar… sin tener llanto…

(…)

Escúchame poeta; en otros días.

Días acaso para ti mejores

Porque fácil en todo te creías,

En el bien, en la gloria, en los amores,

De mis amargas dudas te reías

(…)

Dime, ¿de tanto amor, de tanta gloria

Te ha quedado algo más que la memoria?

Recientemente, en 2021, se encontró una importante documentación sobre Rosalía. Fue hallada por la investigadora Sagrario Abelleira con la colaboración de Irene Galindo que conocía bien los fondos digitalizados del Arzobispado de Madrid: el expediente matrimonial de Rosalía.

“Estaba na Sección de Pobres, pois, tal e como consta no documento que abre o expediente, Murguía pedía que se lle eximise do pago de dereitos por falta de recursos. Foi o 17 de xullo de 1858. A partir de aí, recompílanse durante catro meses unha ducia de documentos nos que tamén se inclúen, entre outros, as declaracións xuradas de Rosalía e Murguía, as declaracións de tres testemuñas, o consentimento outorgado por Teresa de Castro a Rosalía para casarse, a autorización para a voda..." (La Voz de Galicia, Octubre 2021)

Para mí, el gran hallazgo fue saber que, ya el 17 de julio de 1858, Murguía había conseguido su diamante, Rosalía, solo le quedaba pulirlo. Esto confirma, además, que Rosalía se queda embarazada mientras dura la larga tramitación del expediente matrimonial. Los 'amantes del ábaco' sabíamos, hasta ahora, que cuando se casa en octubre de 1858 su hija Alejandra ya está en camino.

Cómo se precipitaron los acontecimientos hasta este compromiso, no lo sabemos a ciencia cierta. Es obvio que Rosalía cuando inicia el viaje a Madrid no lo hace pensando en encontrar un esposo, las jóvenes de su estatus social solían visitar la capital del reino para vivir experiencias que, en su caso, en Santiago de Compostela no eran posibles. Parece que la gran motivación de Rosalía era el teatro.

El breve texto Lieders (1858) escrito por Rosalía nos puede aclarar algo sobre qué pasó y cómo era la Rosalía de 1858. Merece la pena leerlo en su totalidad, pero algunos párrafos serán suficientes para tener una imagen de esta gran mujer que está a punto de casarse con Murguía. 

                                                                                                                                               * * *

Yo soy libre. Nada puede contener la marcha de mis pensamientos, y ellos son la ley que rige mi destino.

* * *

¡Oh mujer!

¿Por qué siendo tan pura vienen a proyectarse sobre los blancos rayos que despide tu frente las impías sombras de los vicios de la Tierra? 

¿Por qué los hombres derraman sobre ti la inmundicia de sus excesos, despreciando y aborreciendo después en tu moribundo cansancio lo horrible de sus mismos desórdenes y de sus calenturientos delirios?

Todo lo que viene a formarse de sombrío y macilento en tu mirada después del primer destello de tu juventud inocente, todo lo que viene a manchar de cieno los blancos ropajes con que te vistieron las primeras alboradas de tu infancia, y a extinguir tus olorosas esencias y borrar las imágenes de la virtud en tu pensamiento, todo te lo transmiten ellos, todo...,y, sin embargo, te desprecian.

* * *

Los remordimientos son la herencia de las mujeres débiles. Ellos corroen su existencia con el recuerdo de unos placeres que hoy compraron a costa de su felicidad y que mañana pesarán sobre su alma como plomo candente.

Dolores punzantes y desgarradores por lo pasado, arrepentimientos vanos, enmiendas de un instante y reproducciones eternas en la culpa, y un deseo de virtud para lo futuro, un nombre honrado y sin mancillar que poder entregar al hombre que nos pide sinceramente una existencia desnuda de riquezas, mas pródiga en bondades y sensaciones vírgenes.

He aquí las luchas precedidas siempre por los remordimientos que velan nuestro sueño, nuestras esperanzas, nuestras ambiciones.

¡Y todo esto por una debilidad!

* * *

Rosalía se siente plena y no parece que nada pueda cambiar su rumbo, pero después aparece la culpa,…y el enigmático final “Y todo esto por una debilidad”.

Este texto podría ser una declaración de intenciones de Rosalía sobre el futuro que ella deseaba tener con Murguía. Un aviso a navegantes que quizá Murguía tomó en consideración unos años aunque, finalmente, eclipsó e hizo desaparecer a la genial escritora. Para que eso ocurra han de pasar 10 años, Rosalía puede sentirse libre al menos el primer decenio desde su boda, después las cosas cambiarán drásticamente para ella.

El 30 de julio de 1858 recibe la peor noticia de su vida, hasta ese momento. Su admirado poeta Aurelio Aguirre fallece, en principio, según cuentan los diarios 'se suicida' en la playa de San Amaro (A Coruña), así lo creyó Rosalía. Hoy sabemos que fue un desgraciado accidente

Le dedica un poemaA la memoria del poeta gallego Aurelio Aguirre

Lágrima triste en mi dolor vertida,

perla del corazón que entre tormentas

fue en largas horas de pesar nacida,

en fúnebre memoria convertida

la flor será que a tu corona enlace;

las horas de la vida turbulentas

ajan las flores y el laurel marchitan;

pero lágrimas, ¡ay!, que el alma esconde,

llanto de duelo que el dolor fecunda,

si el triste hueco de una tumba anega

y sus húmedos hálitos inunda,

ni el sol de fuego que en Oriente nace

seco su manantial a dejar llega

ni en sutiles vapores le deshace,

¡y es manantial fecundo el llanto mío

para verter sobre un sepulcro amado

de mil recuerdos caudaloso río! 

Ricardo Carballo Calero (1958) que estudió las influencias literarias en Rosalía, remarcó de manera especial el aporte de Aurelio Aguirre. Así afirma que el poema Negra sombra (escrito en 1869/70, Follas Novas 1880) es una traducción casi literal de un poema de Aguirre:

El murmullo de las olas

Dime tú, ser misterioso

que en mi ser oculto moras

sin que adivinar consiga

si eres realidad o sombra,

ángel, mujer o delirio

que bajo distintas formas

a mis ojos apareces

con la noche y con la aurora,

y a todas partes me sigues

solícita y cariñosa,

y en todas partes me buscas,

y en todas partes me nombras,

y estás conmigo si velo,

y si duermo en mí reposas,

y si suspiro, suspiras,

y si triste lloro, lloras... 

Y recordemos los versos de Negra sombra:

Cando penso que te fuches,

negra sombra que me asombras,

ó pe dos meus cabezales

tornas facéndome mofa.

Cando maxino que és ida,

no mesmo sol te me amostras,

i eres a estrela que brila,

i eres o vento que zoa.

Si cantan, és ti que cantas;

si choran, és ti que choras,

i és o marmurio do río,

i és a noite i és a aurora.

En todo estás e ti és todo,

pra min i en min mesma moras,

nin me abandonarás nunca,

sombra que sempre me asombras.

Calle de la Corredera- Plaza de San Ildefonso- Calle de la Ballesta (Plano Madrid, Pedro Teixeira 1656)

Aún con la pena de la reciente muerte de Aurelio Aguirre, Rosalía se casa con Manuel Murguía el 10 de octubre de 1858 en la Iglesia de San Ildefonso.

La convivencia de la pareja será en fondas de Madrid, Santiago, Vigo o A Coruña, rara vez pudo disfrutar de una casa que pudiera llamar hogar. Las diligencias de caballos y el baúl con sus escasas pertenencias viajaban con ella y fueron una constante a lo largo de su corta vida. 

El 12 de mayo de 1859 nace Alejandra en una pensión de Santiago, en la rúa da Conga nº1. Todavía cuenta con la ayuda de su madre Teresa de Castro y de la sirvienta María Francisca.

Campamento militar en las ruinas del Serrallo. Primera posición ocupada por el ejercito español en la guerra de 1859-1860 (Foto: Enrique Facio)

El 4 de noviembre de 1859 el vapor Rita se encuentra en el puerto de Vigo y allí estará Rosalía con Murguía dirigiendo una arenga para dar ánimos a los soldados que se dirigen a la guerra en el norte de África. Esto motivó que las gentes de Vigo se unieran al acto.

Un antiguo trabajador de la imprenta de Juan Compañel le recordaba a Murguía en 1885, con motivo del fallecimiento de Rosalía, una anécdota relacionada con ese momento:

“Me pidió Vd. papel y recado de escribir y solicitó de su esposa, medio dormida aún, unos versos para saludar a aquel puñado de valientes que partían a la guerra dentro de pocas horas. Vuestra dulce compañera no se hizo de rogar, antes parece que aquella indicación la había previsto y la esperaba. (...) confeccionose un suplemento que media hora después era leído y arrebatado de mano en mano lo mismo por los hijos de Vigo que por los soldados y oficiales que iban a África.”

El 31 de enero de 1860, en Santiago, Rosalía participa en la obra teatral "Antonio de Leiva" (de Juan de Ariza) a beneficio de los heridos que volvieron de la Guerra de África (1859-60) (Caminos de hierro y sal, Lucía García Vega)

Los gobiernos de la Unión Liberal de O´Donnell en esta etapa, se caracterizaron por una política expansionista con guerras en Marruecos, Indochina y México. En este contexto surge el poema que compone Rosalía, a petición de Murguía para ser publicado en el periódico “El Miño” de Vigo -del que era director temporal-, para despedir a los soldados que salen en un buque de guerra del puerto de Vigo.

En septiembre de 1860 volverá a Madrid con su marido, dejando a su hija a cargo de su madre Teresa. Estaban instalados en una posada de la calle Álvarez Gato nº4, un año después, con motivo de la visita de Teresa de Castro y la niña Alejandra, se hospedan en la fonda Barcelona en la desaparecida calle de los Negros (hoy parte de la calle Tetuán).

Diligencias del Poniente de España -siglo XIX-

Gracias a una carta, que dirige Rosalía a Murguía, sabemos que regresa a Galicia con su madre y su niña Alejandra en diciembre de 1861.

Santiago, 16 de diciembre de 1861.

Mi querido Manolo: Hemos llegado a ésta ayer domingo, a las ocho de la noche, sin novedad particular, aunque llenas de aburrimiento y de cansancio. Después de venir la mayor parte del camino como en una prensa, se ha roto el eje de una rueda, por lo cual hemos tenido que venir desde antes de Lugo a paso de galera. 

[…] hemos comido  un té en Sanchidrián, una taza de caldo más allá de Valladolid, un chocolate en León, otro en Astorga y un café en Lugo. Así llegamos a La Coruña, donde no quisimos cenar  nada, tomamos al otro día otro café antes de almorzar, a pesar de lo cual nos llevaron en la dichosa Coruña, por dormir y el café, 24 reales...

[…] Por ahora me encuentro aquí en extremo descontenta. Santiago no es ciudad; es un sepulcro. No vayas a creer, sin embargo, que ya tengo melancolía, que voy a enfermar. Nada de eso. Sólo tengo una pequeña indisposición al vientre efecto del viaje. Por lo demás, estoy bien. Mamá y la niña también están buenas, gracias a Dios.

He llegado aquí con cinco duros; pero ya no tengo más de tres, y no creas que he gastado un solo maravedí en nada, pues lo he pasado hoy con una economía que pienso no sea mañana tan excesiva, pues casi no he comido. El dinero se ha ido en pagar a los que trajeron el equipaje, en comprar varias cosas, porque no había nada en casa, y aún tengo para mañana, además de los tres duros, dos pesetas, y leña, y pan, y carne y algunas otras pequeñeces. Creo que no puedes...

Está claro que Rosalía siente que tiene que justificar con detalle sus gastos, y apunta “no creas que he gastado un solo maravedí en nada”, también llama la atención el otro apunte “No vayas a creer, sin embargo, que ya tengo melancolía, que voy a enfermar.” Y ¿qué significará esa frase inacabada?: “Creo que no puedes…” Parece intuirse una especie de control velado sobre los actos y la economía de Rosalía.

La muerte vuelve a golpearla pocos meses después de regresar a Santiago, su madre Teresa fallece de manera repentina el 24 de junio de 1862. 

Rosalía y Murguía pasaban temporadas distanciados, uno en Madrid o Lugo, ella en Lestrove o Santiago, e intercambiaron mucha correspondencia. Es una fuente inestimable para reconstruir la relación de este matrimonio. 

Sin fecha exacta, pero pertenecientes a la etapa en que tienen aún solo a su primera hija Alejandra, serían estas otras misivas escritas por Rosalía:

"Si yo fuese hombre, saldría en este momento y me dirigiría a un monte, pues el día está soberbio; tengo, sin embargo, que resignarme a permanecer encerrada en mi gran salón. Sea. Adiós; recibe todo mi corazón y perdóname cuanto te hago sufrir; tú eres el que tienes que perdonarme a mí y no yo a ti."

*** 

"Mi querido Manolo: […] aunque sé que no tendrías hoy otro motivo para no escribirme que el de algún paseíto con Indalecio, u otra cosa parecida. Pero no reñiremos por esto, cuando tan desdichados somos ya

Yo prosigo con mucha  tos, mucha más que antes, aunque me cesaron los escalofríos. Sin embargo, se me figura que este golpe ha sido demasiado fuerte y que si llego a sanar, que no lo sé, me han de quedar restos y reliquias. Ya sabes que no soy aprensiva y que cuando estoy buena no me acuerdo de que he estado enferma,…

[…] según todas las trazas, sea hoy, sea mañana, más tarde o más temprano, pienso que tendré que morir despacio y a modito, y sin duda será un bien, porque en realidad me hallo cada vez menos resignada, y por lo mismo menos a bien con Dios; y de este modo, muriendo de repente me iría muy mal. Respecto a lo que me dices de comprar sillas para tu cuarto, etcétera, nada haré..."

***

"Pobrecito mío, ¿ qué dirás de mi mal humor? Sí; estoy de un humor sombrío, y puede que estuviese del mismo modo aun cuando no tuviese motivos para ello. Estando lejos de ti vuelvo a recobrar fácilmente la aspereza de mi carácter, que tú templas admirablemente, y eso que a veces me haces rabiar, como sucede cuando te da por estar fuera de casa desde que amanece hasta que te vas a la cama, lo mismo que si en tu casa te mortificasen con cilicios. Entonces, lo confieso, me pongo triste en mi interior y hago reflexiones harto filosóficas respecto a las realidades de los maridos y a la inestabilidad de los sentimientos humanos. Pero a pesar de esto te quiero mucho y te perdono todo fácilmente, hasta que me digas que te gustan otras mujeres, lo cual es mucho hacer."

Aquí se adivina que Rosalía tiene dudas acerca de la relación entre ambos, y parece que constata que los maridos no viven en la misma realidad que sus mujeres. Duda de si hay otras mujeres (en plural) en la vida de Murguía…Se adjudica la culpa por su mal humor, que solo Murguía sabe templar (cree ella).

"Querido Manolo: Yo sigo mala y bastante del estómago y del vientre, pero al mismo tiempo no pasa de ser una de aquellas vueltas antiguas que no quieren abandonarme completamente, y espero que pronto cesará. La pequeña sigue buena y me pregunta siempre cuándo vienes. 

El tiempo ha empezado hoy a nublarse, y viene el invierno, de lo que me alegro, pues los días buenos me cansan ya porque no me dejan trabajar... ¿Cuándo nos veremos? Ya me parece que hace un año que no te he visto. Adiós, querido de mi corazón, y haz cuanto te sea posible porque esta separación no dure mucho. Un beso."

Por desgracia estas misivas solo corresponden a lo dicho por Rosalía, para tener la fotografía completa tendríamos que tener las escritas por Murguía. 

Son pocas las cartas que se salvaron, según Murguía esto fue lo que sucedió: 

Poco antes de morir, para justificar por qué va a quemar la correspondencia, en una nota conservada de su puño y letra (reproducida por Naya Pérez), dice Murguía:

"Como ya se acercan los días de la muerte, he empezado por leer y romper las cartas de aquella que tanto amé en este mundo. Fui leyéndolas y renovándose en mi corazón alegrías, tristezas, esperanzas, desengaños... (…) cuando he podido leer aquellas cartas que me hablaban de mis días pasados, sin que ni mi corazón ni mis ojos sangraran. ¿Para qué? parece que me decían. Si hemos de vernos pronto, ya hablaremos en el más allá."

Sobre la destrucción de las cartas hay teorías. Marina Mayoral, que dedicó mucho tiempo a estudiar a Rosalía, fue cambiando de opinión a la largo de los años, empezó creyendo "que Murguía se protegía a sí mismo cuando se deshizo de la correspondencia", para decir ahora que "la beneficiada de la censura de esos documentos fue la propia Rosalía, a quien su esposo convirtió en bondadosa mártir gallega".

Salvador de Madariaga incluyó a Rosalía de Castro en su libro Mujeres españolas (1971). Nos cuenta:

“En los recuerdos de mi juventud, ya muertos ambos, pervive una como “tradición” de opinión general (en A Coruña) que atribuía a no sé qué defectos del marido los ¡ay! tan frecuentes en las poesías de su mujer…En fin, sea lo que fuere, consta que, al menos en la fachada, el matrimonio vivió siempre en unión y armonía.” 

Personalmente, creo, tras  cuadrar en el tiempo y el espacio la azarosa vida de Rosalía como escritora y mujer, que casi todo se presta a interpretaciones. Pero algunos hechos son incontestables, la cronología no deja lugar a dudas. Rosalía de Castro escribió durante 10 años, prosa en castellano y poesía (en castellano y gallego). 

La Flor  1857

A la memoria del poeta gallego Aurelio Aguirre 1858

Lieders  1858

La Hija del Mar 1859

Flavio 1861

A mi madre 1863

Cantares Gallegos 1861-1863

Contos da miña terra 1864

Las literatas. Carta a Eduarda   1865

El cadiceño 1865

Ruinas 1866

El Caballero de las Botas Azules 1867

Cantares gallegos, libro de poesía, estaba acabado en 1861 y lo publica parcialmente en  El Museo Universal, gracias a esto sabemos que la versión final editada en 1863 (Vigo, Imprenta de Juan Compañel) estaba 'censurada'; se apunta a Murguía y su círculo como los que aconsejaron a Rosalía que eliminara ciertas estrofas. 

La estrofa que auto-censuró en Adiós qu’eu voume:

 Por xiadas, por calores

desde que amañece o día

dou a terra ós meus sudores,

mais canto esa terra cría

todo… todo é dos señores. 


***
La publicación de una obra en gallego no estaba exenta de riesgos, Rosalía arriesgó y el tiempo le dio la razón, fue la obra que la hizo visible y la situó en el reducido grupo de precursores que promocionaron Galicia en España y fuera de ella. 
"Sin gramática nin regras de ningunha clas, o lector topará moitas veces faltas de ortografía, xiros que disoarán os oídos dun purista; pro ó menos, e pra disculpar en algo estes defectos, puxen o maior coidado en reprodusir o verdadeiro esprito do noso pobo, e penso que o conseguín en algo... si ben dunha maneira débil e froxa." (Prólogo de Rosalía de Castro en Cantares gallegos)
***



El caballero de las botas azules es la novela con la que despide este decenio de trabajo incansable como escritora. 

Describe el ambiente cortesano de Madrid con una singular destreza, se ocupa de las mujeres y de los hombres de la nobleza, y de aquellas que siendo hijas de militar, médico o abogado intentan rivalizar por encontrar marido. Ciudadanos vanidosos, hastiados de su propia vida, y un caballero con unas botas azules, duende o humano, que recorre Madrid para que Rosalía se luzca describiendo lugares y personas. También se ocupa de los ciudadanos humildes de Madrid que han de trabajar para vivir, en la Corredera del perro, describe el barrio donde ella misma vivía, la Corredera, y donde estaba la plaza e iglesia de San Ildefonso, donde se casó. El fin último de esta obra es hacer una crítica mordaz del mal periodismo de Las Tinieblas y la mala literatura. Vaciar de libros inútiles las librerías de Madrid, llegando incluso a criticar su propia obra, El caballero de las botas azules:

- Hablo de este modo, señora, porque me ha indignado la reciente lectura de una novela desconocida que lleva por epígrafe: El caballero de las botas azules. En ella, una gracia bellaca, como diría Cervantes, unas pretensiones que se pierden en lo infinito, una audacia inconcebible y un pensamiento, si es que alguno encierra, que nadie acierta a adivinar, se hermanan lastimosamente con una falta absoluta de ingenio; he leído la mitad, y no puedo saber todavía en qué capítulo empieza, puesto que es en todos a la vez.

*** 

- Entre pedantes y malos escritores la diferencia es leve. 

*** 

- ¡Jesús... qué horror!...¡Trabajar por dinero como si fuésemos miserables obreras! 

*** 

- ¿Qué hubiera sido si no de una pobre mujer que se limitase a girar desde que nace hasta que muere en el círculo estrecho que los hombres le prescribís...? 

*** 

                                                                                                  

La obra de Rosalía en prosa castellana es la gran olvidada en Galicia, donde se destaca sobre todo su perfil de poetisa en gallego. 

Salvador de Madariaga (Mujeres españolas, 1971): 

"El dominio del diálogo en El primer loco (1881) es casi perfecto y la descripción del paisaje, nunca en Rosalía mero fondo del cuadro, sino naturaleza viva que acompaña a los seres humanos y entra y sale en la acción como casi otro protagonista más, esa descripción del paisaje vivo es de lo mejor que se ha escrito en la novela española  de cualquier tiempo.

Para esta labor estaba Rosalía bien dotada, no solo por su inteligencia y sensibilidad, sino por un sentido del estilo en el que no se sabe qué admirar más: si la sencillez, soltura, transparencia del  lenguaje o el vigor y dominio del ritmo.

(...) Flavio (1861) por ejemplo, es, en cuanto a estilo, de lo más hermoso que se ha escrito en prosa castellana, tanto que a trozos recuerdan hasta al maestro de todos,  que es Cervantes. 

(...) ha sido Galicia la que ha dado al mundo el mejor tipo de la  novela filosófica en castellano que tanto ilustró Voltaire, y la ha dado una mujer que de todo tuvo menos de volteriana."

A partir de 1868 Rosalía desaparece como escritora. Murguía lo consigue, la convierte en madre a tiempo completo. No se habla demasiado de esta circunstancia, parece que Rosalía fuera una super-mujer que criaba hijos, como cualquier mujer de la época, y a la vez escribía sin descanso. Nada más lejos de la realidad. 

El matrimonio Murguía-Castro seguía sin resolver el problema de cómo sobrevivir cada día con una  maltrecha economía, la obra escrita parece que no libró a Rosalía de pasar necesidades y el periodismo de Murguía tampoco aportaba demasiado. Como historiador, sus tomos de Historia de Galicia se dilataron en el tiempo y no arreglaron nada.

Gala comentaba en una entrevista (La Voz de Galicia, 1948):

 - ¿Ganó algún dinero su madre escribiendo?

- ¡Casi nada! Figúrese, por “El caballero de las botas azules” recibió 1.500 reales.

Isabel II se despide...

Pero el año 1868 iba a provocar un gran cambio no solo en España, también en la vida de Manuel Murguía, y por supuesto, en Rosalía.

- Unos meses antes de nacer su segunda hija Aura, en septiembre de 1868 se produce la revolución conocida como La Gloriosa, que pone fin al reinado de Isabel II, quien tiene que exiliarse a Francia, país del que nunca volverá. Esta revolución tuvo el protagonismo de gran parte de los partidos liberales del momento (unionistas, progresistas, demócratas y republicanos), que veían a Isabel II como la culpable de los problemas de España. En Galicia esta revolución fue liderada por progresistas y republicanos quienes compitieron por llevar la voz cantante y el protagonismo en las Juntas locales que se crearon a raíz del golpe. En el caso de la junta de Santiago, Murguía, antes de marchar a Simancas, ejerció de secretario. Se aprueba la Constitución de 1869 que dice que España es una monarquía, separa la Iglesia del estado y establece el sufragio universal masculino. Los republicanos verán traicionado su apoyo a la causa anti- isabelina y se pondrán en contra del nuevo sistema y del nuevo monarca, Amadeo I, duque de Aosta e hijo del rey italiano Vitor Manuel II. El clero español y gallego también hará oposición al nuevo régimen, girando en muchos casos hacia el carlismo, que recibirá un nuevo impulso con el levantamiento carlista de País Vasco y Navarra.

Coincidiendo con 'La Gloriosa', Murguía y sus compañeros de tantos años en el periodismo progresista se acercan al poder. Gracias a esos contactos fue nombrado director del Archivo General de Simancas, donde toma posesión del cargo el 5 de diciembre de 1868. Rosalía de Castro se encuentra en Santiago a punto de parir a su segunda hija, Aura. Nace el 7 de diciembre de 1868.

Archivo General de Simancas

Seguirá a Murguía hasta Simancas, acompañada de Alejandra, que es de imaginar sería de gran ayuda para una Rosalía desbordada por su nueva maternidad. En este estado de profunda depresión es cuando Rosalía escribe versos que no pensaba publicar: 

"Escritos no deserto de Castilla, pensados e sentidos n'as soidades d'a natureza e d'o meu corazon, fillos cativos d'as horas de enfermedade e d'ausencias, refrexan quizais con demasiada sinceridade, o estado d'o meu esprito unhas veces, outras á miña natural disposicion (que non en valde son muller) á sentir como propias as penas alleas."  (Follas Novas, 1880)

Murguía cesa en Simancas el 10 de octubre de 1870 y es trasladado al Arquivo do Reino de Galicia, en A Coruña, tomando posesión del nuevo cargo el 1 de diciembre de 1870.

Rosalía, no se sabe muy bien el porqué de esto, reside un tiempo breve en Madrid, en la calle Claudio Coello nº13, desde octubre de 1870 hasta el 9 de enero de 1871. Se da la triste circunstancia de que fue vecina de Gustavo Adolfo Bécquer, que vivía en el nº25 y fallece el 22 de diciembre de 1870.

Pazo de Lestrove

Se sabe que abandona Madrid y se dirige a Lestrove, vuelve a estar embarazada, esta vez de gemelos, Ovidio y Gala, es posible que decidiera acudir al lugar donde sabía que la cuidarían y siempre era bienvenida. Los gemelos nacen el 2 de julio de 1871 en Lestrove

Comparte vida con Murguía en A Coruña, desde 1871 a 1874. En 1872 Murguía suscribe el padrón de vecinos, señala que "lleva dos años viviendo en la  rúa Príncipe nº3 y  que en su compañía viven su esposa Rosalía de Castro, sus hijos Alejandra, Aura, Ovidio y Gala, así como también las sirvientas Rosa Fernández (29 años) natural de Brexo y Manuela Suárez (29 años) natural de Broño." 

El 17 de julio de 1873 nace una nueva hija, Amara, la única que es coruñesa de nacimiento.

El padre de Manuel (Martínez) Murguía, Juan Martínez, mantenía una tensa relación con su hijo, se constata en cartas (1873) que le escribe: 

“Yo te digo que con 20.000 reales sobra la mitad para vivir una familia que tenga orden”... “afirman que coméis oro”. 

Y en otra carta a Rosalía le comenta (1874): 

“Ayer he oído que se sacaba a oposición la plaza de Archivero de La Coruña y que se la quitaban a Manolo. Esto y el irse él a Madrid me hacen dudar de si será cierto que, a serlo, será otra desgracia más, razón por la que estoy disgustado y te escribo”.

"En  las  cartas  del  año  1874  destaca  alguna  agria  reprimenda  a  Murguía  por  parte de su padre debido a lo que el viejo juzga desgobierno de su hijo con motivo de cierto pagaré." ( Apuntes para una bio-bibliografía documentada de Rosalía de Castro Fermín Bouza Brey, 1971-72, página 55)


Juan Martínez fallecía el 18 de noviembre de 1874.

En efecto, como el padre temía:

El 20 de febrero (1875) Murguía era cesado como director del Archivo General de Galicia por no reunir las condiciones recomendadas por la legislación del ramo.(...) En el caso que nos ocupa, desde 1875 hasta 1879 el Ministerio de Fomento estuvo dirigido por  Francisco Queipo de Llano, ejerciendo una política de corte canovista, (...). La línea de gestión llevada a cabo poco o nada tenía que ver con la existente cuando ocupaba este cargo ministerial el amigo de Murguía, Manuel Ruiz Zorrilla, sobradamente conocido por su enemistad con Cánovas y su incesante oposición a Alfonso XII, lo que le costó vivir en el exilio. (Lucía García Vega, 2012)

Caricatura de Arsenio Martínez Campos. Revista satírica La Madeja, 7 de febrero de 1875. 

- Comienza el año 1875 con la vuelta de los borbones al poder. Se inicia el período conocido como Restauración Borbónica y Alfonso XII se convierte en el nuevo rey de los españoles. Se establece una nueva constitución -la de 1876- que sentará las bases de un sistema longevo pero no carente de defectos. El principal será la ausencia de democracia plena. Es la consolidación de una manera de relación político-social, que venía de antiguo, pero que en este período se hará mayor. Nos referimos al 'caciquismo'

En el caso gallego, se afianzarán una serie de familias que irán ganando, de manera permanente el escaño que se disputa en el distrito electoral que se presentan. Serán los Montero Ríos, los Bugallal y, en Padrón, Eduardo Gasset (hermano de Eugenia Gasset, amiga de Rosalía) y su descendencia, los que controlarán la vida política y social, allí donde residen. Los gobiernos entre conservadores y liberales se sucederán en Madrid de manera perfectamente alterna sin que estos caciques vean su poder alterado.

Podríamos decir que desde finales de 1868 hasta 1875  la familia Murguía-Castro disfrutó de ingresos excepcionales para la época, pero que como el propio padre de Murguía indica, su hijo lejos de ahorrar lo dilapidó. Así que volvieron las estrecheces para Rosalía. Y ya tienen cinco hijos.

Se trasladan a vivir a Santiago, así consta en un censo de agosto de 1875, en la rúa da Senra nº 17. En marzo de este año Rosalía es madre de nuevo, nace su hijo Adriano. Que fallece en un accidente doméstico el 3 de noviembre de 1876. 

"...Adriano murió de desgracia. El ama de Adriano había colocado al niño sentado sobre una mesa, y, cayó de espaldas la criatura, con tal mala fortuna que falleció, al cabo, con torturante agonía." (Adriano y Valentina, motivaciones inspiradoras de Rosalía de Castro, F. Bouza Brey, 1962)



[ ¡Hijo mío! 

No, no es posible que todo, 

Todo haya acabado ya; 

No acaba lo que es eterno, 

No puede tener fin la inmensidad. 

  Algo ha quedado tuyo en mis entrañas 

Que no morirá jamás, 

Y que Dios, porque es justo y porque es bueno, 

A desunir ya nunca volverá. 

  Tú te fuiste por siempre, mas mi alma 

Te espera aun con amoroso afán, 

Y vendrás, ó iré yo, bien de mi vida, 

Allí donde nos hemos de encontrar. 

  En el cielo, en la tierra, en lo insondable, 

Yo te hallaré y me hallarás.... 

¡No acaba lo que es eterno! 

¡No puede tener fin la inmensidad! ]  (Rosalía de Castro, 1878)


[Era apacible el día

y templado el ambiente,

y llovía, llovía

callada y mansamente;

y mientras silenciosa

lloraba yo y gemía,

mi niño, tierna rosa,

durmiendo se moría.] (En las Orillas del Sar, 1884)


Y ya está embarazada de nuevo de la que sería su última hija, Valentina, que nace muerta en febrero de 1877. Según recordaba su hija Gala, la propia Rosalía les había contado que "el suceso se debió a un golpe fortuito en el vientre".

Manuel Murguía retoma el periodismo en Madrid, que devolverá al matrimonio a situaciones de precariedad ya conocidas.

Así que, unos 10 años después de escribir El caballero de las botas azules, Rosalía es madre de 5 hijos, Alejandra, Aura, Amara, Gala y Ovidio, y dos fallecidos, Adriano y Valentina.

La gran pregunta es ¿por qué esta transformación, de escritora reconocida a madre con dedicación exclusiva?  No era fácil hallar la respuesta, pero creo que la tengo. La encontré en el libro escrito por Manuel Murguía, Los Precursores (1886), publicado tras la muerte de Rosalía de Castro. Un libro donde recoge los perfiles de algunos gallegos que considera precursores, entre ellos está Rosalía.

Y a propósito de Rosalía, hace esta lapidaria reflexión: 

"Por más que la comparación sea vulgar, siempre se dirá de la mujer que, como la violeta, tanto más escondida vive, tanto mejor es el perfume que exhala." 

Y prosigue, para que quede claro: 

"La mujer debe ser sin hechos y sin biografía, pues siempre hay en ella algo que no debe tocarse. Limitada su acción al círculo de la vida doméstica, todo lo santifica desde que entra en su hogar. Tiene en la Tierra una misión de los cielos, y su felicidad debe consistir en llenarla sin vanagloria ni remordimientos. Trasladase toda entera a sus hijos, vive en su corazón sin que sus penas sean otras que las que los hieren o con ellos se relacionan.

Murguía, por fin, nos explica las cualidades de una mujer para él. Me imagino ese momento de 1857 en el que descubre a Rosalía, ella aún imagina que es un espíritu libre y hará lo que quiera con su destino…pero el cincel de Murguía la esculpirá. Le llevó años, eso sí.

Rosalía en sus primeros años de escritora no estaba completa, no era la mujer ideal de Murguía. Lo que no sabemos es si Rosalía estaba al corriente, o la labor sibilina de moldeado fue realizada sin que Rosalía ni siquiera se percatara. 

El frenesí con el que se sucedieron embarazos y partos e hijos muertos, en alguna ocasión, como en el caso de los gemelos, con grave peligro para una madre en esa época, no debieron dejar espacio para que Rosalía reaccionara.

Y, es mi opinión, que la muerte de sus dos hijos menores, Adriano y Valentina, supusieron un punto de inflexión. En particular, la muerte de Adriano sucede estando Murguía ausente, ni siquiera llegó a tiempo para el entierro. 

(..) en la noche del día cuatro del mes de noviembre, año de mil ochocientos setenta y seis se há dado sepultura eclesiástica al cadáver del parbulo llamado Adriano Martínez Castro, de edad de año y medio, (...) ha muerto á las tres de la tarde del día anterior (3 de noviembre) en la calle de la Senra numero diez y siete primer piso, hijo legitimo de Dn. Manuel, y de D.ª Rosalía, de esta vecindad y para que conste lo firmo como párroco. Julián de Castro

 6 de noviembre de 1876, El Diario de Santiago: “Ha llegado a esta ciudad el conocido escritor gallego Sr. D. Manuel Murguía” (Rosalía de Castro y su hijo Adriano. Lucía García Vega, 2012)

Rosalía quizá vio una luz en lo alto del pozo en el que estaba sumida. Con los cinco hijos dependiendo de ella, y una economía que apenas cubre lo básico, Rosalía piensa en rescatar del cajón del olvido aquellos versos que 10 años atrás escribiera en la soledad de Simancas. 

Manuel Martínez Murguía

En este contexto debemos situar la lectura de una carta que casualmente se encontró entre los papeles que componen el legado de Víctor Said Armesto, una carta que Murguía le escribe a Rosalía en junio o julio de 1879:

(...) arreglar vuestra vida en Lestrove, mientras yo no arreglo aquí (Madrid) lo necesario para que vengáis. Lo deseo mucho pero no es cosa de precipitarse, pues en todo caso, ya vería yo como cogía la biblioteca o cosa parecida que nos permitiese vivir.

Ve pues preparándote, por si es caso para pasar el mes de agosto a Lestrove, (...) yo veré de que no os falte dinero. Doce duros que pagáis de casa os dan para hacer alguna ropa. 

(...) Da la casualidad que como la suscripción (a La Ilustración Gallega y Asturiana) del nuevo semestre está hecha no dejará Alejandro (Chao) el periódico hasta fin de año, y con lo mío y con lo de Alejandra (un dibujo), podremos ir tirando hasta allá.

(…) Temo que no haya para pagar el dibujo (de Alejandra), pero como estos se pagan inmediatamente, si no es ahora, será pronto de todos modos no os faltará en Lestrove dinero [insiste porque allí estarán mantenidos por los primos de Rosalía], pues tengo algo de que hacer (dinero), aunque poco, alguno. Después en vista de lo que suceda pensaremos lo que haya de hacer uno en la inteligencia que hace tiempo que ando trabajando para lo de la Historia (de Galicia) que es lo principal.

Murguía le da consejos que harán que ese libro de Rosalía (Follas Novas) triunfe con su inestimable ayuda, Rosalía hizo caso omiso de sus delirantes consejos:

Adjunto te envío el plan de un poemita como los que yo pensaba indicarte. Si lo haces, si logras sentirlo, y expresar bien la cosa, creo harás la joya de tu nuevo libro. Es un bonito argumento y si quieres lee a Brizeux que se que lo vendisteis* y lo compró Alfredo [*dada la miseria que vivían, vendían sus libros a los amigos para después pedírselos prestados*], pídeselo y lee especialmente el poema Los Bretones. Creo sin embargo que te basta con poner a tu manera en verso lo que ahí te envío en prosa. Creo que es un cuadro muy bonito y oportuno; con dos o tres como él, después de las otras poesías harías, y no creo engañarme, el gran libro [Follas Novas] y estate segura de ello, el primer libro de España. Créemelo. Todo se reduce a que lo versifiques bien, que no lo diluyas más lo que ya va bastante extenso. Se me ocurrió hoy y creo que no te disgustará el argumento y disposición de la cosa, ya veré si se me ocurre algo más, aunque no sea poemita poesía al menos.

En fin allá tú pues yo temo siempre a que te sea demasiado duro pero lo que te aconsejo es que después de leer las cuartillas adjuntas, pienses el asunto, lo medites, le busques a tu manera lo que creas el lado poético de la cosa pues lo tiene y se lo busques cuadro por cuadro y le des o quites extensión y luego le des forma adecuada…

(...) no esperes en estos dos o tres días carta mía, a menos que tenga dinero para mandaros. Repito de nuevo que creo a pesar de mi gran repugnancia** a ello  que debéis iros a Lestrove… 

(...) Sin disculpa alguna llevadme a Amarita a vacunar. Aprovecha la ocasión ahora que tiene cama y tu dinero para darle buen alimento…

** Aunque no lo dice, a Murguía probablemente le 'repugna' el primo de Rosalía, José de la Hermida de Castro, un hombre al que tildaba de estrafalario, hasta el punto de que finalmente alquilarían la casa de A Matanza para que cuando Murguía no estuviera en Lestrove, Rosalía y sus hijos se fueran allí. (Historia de José Hermida, aristócrata aldeano y librepensador, José Antonio Durán, 1975)

Rosalía, por supuesto, no incluye en Follas Novas la temática bretona que Murguía le propone, lo que nos muestra de nuevo a una Rosalía escritora e independiente. 

Rosalía dibujada por su hija Alejandra

Follas Novas ve la luz en 1880 con un prólogo demoledor de la propia Rosalía: 

Dous palabras da autora 

"Gardados estaban, ben podo decir que para sempre, estes versos, e xustamente condenados pola súa propia índole á eterna olvidanza, cando, non sin verdadeira pena, vellos compromisos obrigáronme á xuntalos de presa e correndo, ordenalos e dalos á estampa. 

N'era esto, en verdade, o qu'eu quería, mais n'houbo outro remedio; tuben que conformarme c'o duro d'as circunstancias que asi o fixeron.

 Vayan en boa hora, lles dixen estonces, estes probes enxendros d'a miña tristura; vaya antr'os vivos ó que xa é pola súa propia natureza, cousa d'unha morta ben morta!

E fóronse, sin qu'eu sepa pra que, nin me faga falta ô sabelo, máis de dez anos pasaron —tempo casi-que fabuloso á ẍusgar po-la presa con que hoxe se vive — desque á mayor parte d'estos versos foron escritos, sin que as contrariedades d'a miña vida desasosegada, e unha saude decote endebre, me permitise apousar n'eles os meus cansados ollos e o meu fatigado esprito

Ô leelos de novo, vin ben craro, como era incompreto e probe este meu traballo poético, canto lle faltaba pra ser algo que valla, e non un libro máis, sin outro mérito que á perene melancolía que o envolve, e que alguns terán, non sin razon, como fatigosa e monotona. 

Mais as cousas teñen de ser com'as fan as circunstancias, e s'eu non puden nunca fuxir âs miñas tristezas, os meus versos menos. Escritos no deserto de Castilla, pensados e sentidos n'as soidades d'a natureza e d'o meu corazon, fillos cativos d'as horas de enfermedade e d'ausencias, refrexan quisais con demasiada sinceridade, o estado d'o meu esprito un-has veces, outras á miña natural disposicion (que non en valde son muller) á sentir como propias as penas alleas.Santiago de Compostela 30 de Marzo de 1880 (Leer completo)

Cuando retoma su labor como escritora, publica Costumbres gallegas en 1881, en el diario Los Lunes de El Imparcial (Madrid). Le supondrá un gran disgusto porque fue muy criticado en la prensa gallega y una Rosalía desafiante con fuerzas renovadas muestra su enfado en una carta que dirige a Murguía

Lestrove, 26 de julio de 1881.

Mi querido Manolo: 

(...) me extraña que insistas todavía en que escriba un nuevo tomo de versos en dialecto gallego. No siendo porque lo apurado de las circunstancias me obligan imperiosamente a ello, dado caso que el editor aceptase las condiciones que te dije, ni por tres, ni por seis, ni por nueve mil reales volveré a escribir nada en nuestro dialecto, ni acaso tampoco a ocuparme de nada que a nuestro país concierna. Con lo cual no perderá nada, pero yo perderé mucho menos todavía.

Se atreven a decir que es fuerza que me rehabilite ante Galicia. ¿Rehabilitarme de qué? ¿De haber hecho todo lo que en mí cupo por su engrandecimiento?

(...) No quiero volver a escandalizar a mis paisanos.

(...) Me llaman a comer. Recibe cariños de todos y tú sabes te quiere tu mujer.

El motivo del escándalo fue esta parte del artículo: 

“Entre algunas gentes tiénese allí por obra caritativa y meritoria el que, si algún marino que permaneció por largo tiempo sin tocar tierra, llega a desembarcar en un paraje donde toda mujer es honrada, la esposa, hija o hermana pertenecientes a la familia, en cuya casa el forastero haya de encontrar albergue, le permita por espacio de una noche ocupar un lugar en el mismo lecho. El marino puede alejarse después sin creerse en nada ligado a la que, cumpliendo a su manera un acto humanitario, se sacrificó hasta tal extremo por llevar a cabo los deberes de la hospitalidad.”

En este año también publicará:

El primer loco + El domingo de Ramos 1881

Padrón y las Inundaciones 1881

Costumbres Gallegas  1881

Rosalía de Castro (autor: Modesto Brocos y Gómez) 

En el año 1883 se siente enferma y le diagnostican cáncer de útero. Está viviendo de alquiler en una humilde casa de A Matanza, hoy totalmente rehabilitada como casa Museo de Rosalía.

Aún escribirá en castellano el que se considera su mejor libro de poesía: En las orillas del Sar. En 1884 es editado en Madrid por Tipografía de Ricardo Fe.


En los ecos del órgano o en el rumor del viento,

En el fulgor de un astro o en la gota de lluvia,

Te adivinaba en todo y en todo te buscaba,

Sin encontrarte nunca.


Quizás después te ha hallado, te ha hallado y te ha perdido

Otra vez, de la vida en la batalla ruda,

Ya que sigue buscándote y te adivina en todo,

Sin encontrarte nunca.


Pero sabe que existes y no eres vano sueño,

Hermosura sin nombre, pero perfecta y única;

Por eso vive triste, porque te busca siempre,

Sin encontrarte nunca. (En las orillas del Sar, 1884)


Jardín en A Matanza 1884 - Rosalía (47 años), Murguía (51 años) y sus cinco hijos: Alejandra (25 años), Aura (16 años), Gala y Ovidio (13 años),Amara (11 años) 

 A propósito de En las orillas del Sar, escribe Augusto González Besada (1916)

"Colección de versos inéditos los unos, ya publicados los otros en periódicos y revistas (en 1866, en el periódico El Progreso, de Pontevedra), escritos todos en lengua castellana, que Rosalía reunió a toda prisa para procurarse con su impresión medios de atender a sus hijos. En aquellos días forzábale la necesidad, dominando los crueles sufrimientos del cáncer que la corroía, a cultivar materialmente el huerto de su casa de Padrón y a dirigir ella sola la educación e instrucción de sus hijos.

Unamuno la considera como el más grande poeta español de su tiempo.

Azorín afirma no haberse publicado en lengua castellana, durante el siglo XIX, un volumen de más espirituales, delicados, ensoñadores versos, que En las orillas del Sar."

En el prólogo de En las orillas del Sar (edición 1909), Enrique Díez Canedo: 

"Hay que reconocer que nadie como ella fundió su espíritu en el crisol de la estrofa, y que de la abundancia de su inspiración nacieron sus extraordinarias adivinaciones métricas. Y los poetas de hoy, los que van dejando de llamarse modernistas, los que quieren decir cosas del alma en versos que sólo obedezcan a una ley interior de armonía, formulada por cada uno en cada caso, han de ver una precursora en la mujer extraordinaria que escribió, sin preocupaciones, dejando libres a su inspiración y a su técnica, el libro titulado En las orillas del Sar."

Casa de  A Matanza (Padrón)

Sabemos por Gala que "la piedad filial hizo que capitaneadas por la hermana mayor, Alejandra, decidiesen cumplir la promesa hecha a su moribunda madre, quemar los manuscritos que conservaba en la casa de A Matanza".

Esta sublime decisión de Rosalía, un acto de libertad absoluta a las puertas de la muerte, demuestra hasta qué punto se había liberado de las cadenas de Murguía. No quiso dejar rastro escrito, sin editar por ella misma, que pudiera ser usado, o manipulado, para ser publicado con su nombre, o cualquier otro nombre. Su obra es la que ella publicó en vida. Y nada más.

Así que por todo lo visto, podemos decir que Rosalía de Castro fue Rosalía a pesar de su esposo Manuel Martínez Murguía.

El 15 de julio de 1885 la escritora Rosalía fallece y es enterrada en el pequeño cementerio de Adina (Iria Flavia), al que cantara en Follas Novas.

O simiterio d'a Adina

N'hay duda qu'è encantador,

C'os seus olivos escuros

De vella recordazon;

Co seu chán d'erbas e frores

Lindas, cal n'outras dou Dios;

C'os seus canónegos vellos

Que n'el se sentan ô sol;

C'os meniños qu'ali xogan

Contentos e rebuldós;

C'as lousas brancas qu'o cruben,

E c'os humedos montons

De terra; ond'algun-ha probe

Ô amañecer s'enterrou.

Mòito te quixen un tempo,

Simiterio encantador, 

(...) Follas Novas (1880)

Manuel Murguía no descansó hasta lograr un lugar más apropiado para 'Rosalía Castro de Murguía', y así fue como aconteció que el 25 de mayo de 1891 con pompa y boato se trasladó a Rosalía en tren desde Iria Flavia a la estación de Cornes en Conxo (que en la actualidad pertenece a Santiago de Compostela), y de allí hasta el Panteón de galegos ilustres (Iglesia de Santo Domingo de Bonaval) que fue inaugurado con sus restos.

Mausoleo de Rosalía de Castro

José de la Hermida y del Castro, y señor de Lestrove, era hijo de Josefa de Castro e Abadía y Gregorio Hermida (señor de Lestrove). Un primo de Rosalía que sentía verdadera devoción por la escritora. Un primo que resultaba molesto a Manuel Murguía, al punto de producirle 'repugnancia' la idea de que Rosalía en 1879 tuviera que acudir, por necesidad perentoria, a Lestrove con sus cinco hijos. 

Precisamente, José de la Hermida mostró su rechazo a la idea de trasladar los restos de Rosalía a Santiago de Compostela. Y dejó la muestra de este rechazo en un escrito breve, Á Rosalía Castro, publicado en 1888.

" (...) si en él (Á Rosalía Castro) no hubiesen existido dos composiciones cuyos últimos versos, al ver la luz ahora, vienen á ser como la protesta viva á esa prosáica idea que bulle y toma cuerpo de trasladar las venerandas cenizas de Rosalía Castro del poético y alegre apartamiento, por ella elegido para su última morada y por ella inmortalizado en los versos más bellos y sentidos que produjo su inimitable musa, para ser colocados en el mausoleo que se intenta erigir en esa lúgubre Compostela, que será todo lo monumental que se les antoje á los que con un mal gusto, poco envidiable, posponen la belleza natural á la artificial..." (Á Rosalía Castro, 1888)


- Agradecimiento a Andrés Criado Castelo por el contexto histórico.



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Manuel Martínez Murguía fallece el 1 de febrero de 1923.






DOCUMENTACIÓN:










La mujer gallega y Rosalía de Castro (Augusto González Besada, 1916)



 A antropoloxía na obra de Manuel Murguía (Fernando Pereira González, 2000)

Historia de Galicia (Manuel Murguía)

Los precursores (Manuel Murguía, 1886)


abelgalois (Nieves Díaz)




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