7 de marzo de 2009

La prisión más grande del mundo: Gaza



Closed Zone- Director Yoni Goodman- gisha.org

El israelí Yoni Goodman es el director de esta animación, que trata de expresar de manera simple lo que significa la ocupación israelí de Gaza. También fue director de animación de la muy premiada 'Waltz with Bashir', en la que se rememora la invasión israelí del Líbano en 1982 y la masacre de Sabra y Chatila.




Waltz with Bashir- Director  Ari Folman- Animación  Yoni Goodman (ver completo)









1 comentario:

  1. Impresionante documento periodístico es el relato del escritor francés Jean Genet, que se encontraba en Beirut en septiembre de 1982 y acudió horas después al lugar de la masacre, momento que plasmó en"Cuatro horas en Chatila":

    Tuvimos que rellenar de agua todos los recipientes de la casa. El teléfono fue cortado cuando los soldados israelíes y las inscripciones hebraicas entraron en Beirut Oeste. Igualmente lo fueron las carreteras. Los carros [de combate israelíes] Merkaba, siempre en movimiento, vigilaban toda la ciudad a la vez que adivinábamos el espanto de los ocupantes por no convertirse en blancos fijos. Sin duda temían la actividad de los morabitun y de los fedayines que habían podido quedarse en Beirut Oeste.
    Al día siguiente de la ocupación israelí estábamos prisioneros, pero me pareció que los invasores eran más despreciados que temidos, causaban más desagrado que miedo. Ningún soldado reía o sonreía. El tiempo aquí no era para tirar arroz ni flores.
    Desde que las carreteras estaban cortadas, los teléfonos mudos, privado de comunicación con el resto del mundo, por primera vez en la vida me sentí palestino y odié a Israel.
    En la Ciudad Deportiva, junto a la carretera Beirut-Damasco, en el estadio casi destruido por los bombardeos intensivos de la aviación, los libaneses entregaban a los oficiales israelíes amasijos de armas, al parecer, todas deterioradas voluntariamente.
    (...)

    El profesor de historia H. dice: - "Nosotros acusamos a Israel de las masacres de Chatila y Sabra. No carguemos estos crímenes sobre la espalda de sus sicarios, los kataeb. Israel es culpable de haber introducido en los campos dos compañías de kataeb, de haber dado las órdenes, de haberlos animado tres días y tres noches, de haberlos pertrechado, de haberles dado de beber y de comer, de haber iluminado el campo por la noche".
    De nuevo H., profesor de historia, me dice: "En 1917 el golpe de Abraham se repitió, o si prefieres, Dios era ya la prefiguración de lord Balfour . Dios, decían y dicen todavía los judíos, ha prometido una tierra de miel y de leche a Abraham y a sus descendientes, mientras que este territorio no pertenecía al dios de los judíos (estas tierras estaban llenas de dioses), este territorio estaba poblado por los cananeos, que también tenían sus dioses, y lucharon contra las tropas de Josué hasta robarles el célebre arca de la alianza sin la cual los judíos no hubieran obtenido la victoria. Inglaterra en 1917 todavía no poseía Palestina (esa tierra de miel y leche), puesto que el tratado que le concedía el Mandato todavía no había sido firmado".
    (...)
    La soledad de los muertos, en los campos de Chatila, era más sensible porque tenían gestos y poses de las que no se habían preocupado. Muertos de cualquier forma. Muertos abandonados. No obstante, en el campo, a nuestro alrededor, flotaban todos los afectos, las ternuras, los amores en busca de palestinos que ya no responderán.

    — ¿Cómo comunicárselo a los parientes que se han ido con Arafat confiando en la promesa de Reagan, de Mitterrand, de Pertini, de no tocar a las poblaciones civiles de los campos ?
    ¿Cómo decir que han dejado masacrar a los niños, a los ancianos, a las mujeres, y abandonado los cadáveres sin oraciones? ¿Cómo informarles de que se ignora dónde están enterrados?

    Las masacres no se perpetraron en silencio y en la oscuridad. Alumbrados por los cohetes luminosos israelíes, los oídos israelíes estaban, desde el jueves por la tarde, a la escucha en Chatila. Qué fiestas, qué juergas han tenido lugar allí donde la muerte parecía participar de la bacanal de los soldados ebrios de vino, ebrios de odio, y sin duda ebrios de alborozo por complacer al Ejército israelí, que escuchaba, miraba, animaba, reprendía. No he visto al Ejército israelí escuchando y mirando. He visto lo que hizo.
    (...)

    Muchas preguntas quedan planteadas. Si los israelíes sólo han iluminado el campo, escuchado y oído los disparos efectuados por todas las municiones cuyos cartuchos he pisado (decenas de miles) ¿Quién disparó realmente? ¿Quién arriesgó su piel asesinando? ¿Los falangistas? ¿Los haddadíes ? ¿Quiénes? ¿Cuántos? ¿Dónde han ido las armas que han causado todos estos muertos? ¿Y dónde aquellas de los que se defendieron? En la parte del campo de refugiados que he visitado, sólo he visto dos armas anti-carro no utilizadas.

    ¿Cómo se introdujeron los asesinos en el campo de refugiados? ¿Estaban a todos los efectos los israelíes encargados del campo? En cualquier caso, ya estaban el jueves en el hospital de Acca, frente a la puerta del campo.

    Se ha escrito en los periódicos que los israelíes entraron en el campo de Chatila en cuanto supieron de las masacres, y que las hicieron cesar al momento, es decir, el sábado. ¿Qué hicieron con los autores de la masacre? ¿Dónde están?
    (...)

    Hay que saber que los campos de Chatila y Sabra son kilómetros y kilómetros de callejuelas estrechas —las callejuelas son tan angostas, tan esqueléticas que dos personas no pueden avanzar a no ser que uno de ellos se ponga de perfil— obstruidas por escombros, bloques, ladrillos, harapos multicolores y sucios, y por la noche, bajo la luz de los cohetes israelíes que alumbraban el campo, quince o veinte francotiradores, aun bien armados, no hubieran logrado hacer esta carnicería.

    Los asesinos participaron en gran número y probablemente también escuadras de verdugos que abrían cabezas, tullían muslos, cortaban brazos, manos y dedos, arrastraban, trabados con una cuerda, a gente agonizando, hombres y mujeres que vivían aún porque desde la sangre ha chorreado abundantemente de sus cuerpos, hasta el punto de que no he podido saber quién, en el pasillo de una casa, había dejado ese riachuelo de sangre seca, desde el fondo del pasillo donde estaba el charco hasta el umbral donde se perdía en el polvo. ¿Era un palestino? ¿Era una mujer? ¿Un falangista del que habían evacuado el cuerpo?
    (...)
    ¡Cuando se piensa en las precauciones que se toman en Occidente en cuanto se constata una muerte sospechosa, las huellas, el impacto de las balas, las autopsias y los expertos! En Beirut, nada más conocer la masacre, el ejercito libanés tomaba inmediatamente bajo su mando los campos de refugiados y enseguida borraba tanto las ruinas de las casas como las de los cuerpos. ¿Quién ordenó esta precipitación? Después de que esta afirmación recorriese el mundo: cristianos y musulmanes se han matado entre ellos; después de que las cámaras hubieran registrado la ferocidad de la matanza.

    El hospital de Acca ocupado por los israelíes, frente a la entrada de Chatila, no está a doscientos metros del campo, sino a cuarenta. ¿Nada visto, nada oído, nada comprendido?. Es lo que declaraMenájen Begin en la Knesset [parlamento israelí]: “Unos no-judíos han masacrado a unos no- judíos, ¿en qué nos concierne eso a nosotros?”

    Extraído de "Cuatro horas en Chatila" de Jean Genet: http://www.nodo50.org/csca/palestina/genet/jean-genet.pdf

    http://www.nodo50.org/csca/palestina/genet/genet_2-08-02.html

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